"LA IZQUIERDIZACION DE LAS ASAMBLEAS"
No es este el espacio para tratar el tema - por lo demás apasionante - de ese fenómeno que terminó llamándose asambleas barriales; valen o valieron como expresión de un estado de ánimo colectivo, de una reacción social de cansancio contra una dirigencia partidocrática y tecnocrática que no sabe sino fracasar. Y en ese sentido no se puede discutir su genuinidad ni su comportamiento de democracia casi directa. No se podía esperar mucho de ellas porque por su propia índole estaban destinadas a su rápida autodisolución pero, insistimos, valían como indicio del hartazgo generalizado. Sin embargo la siempre acechante izquierda se encontró un poco imprevistamente con estas reuniones de clase media que le proporcionaron lo que a ella le falta: el número. Déficit que siente cada vez más, como cuando para denostar al golpe del 24 de marzo no pudo convocar ni 3000 personas no obstante haberse empleado a fondo y movilizado todos sus mecanismos de propaganda.-
Es lástima que esa inútil pero significativa manifestación del "demos" en los barrios finalice de esta manera, lejos de sus inspiraciones originales y copada por estos nuevos prototerroristas que le imponen programas radicalizados e increíbles utilizando, otra vez, a la buena gente como trampolín y megáfono de su discurso barato y forzando una audiencia que no tiene y que espontáneamente le vuelve la espalda.-
"LA GUERRA EN COLOMBIA"
Por fin el presidente colombiano Andrés Pastrana se decidió, después de tres años de infructuosas y casi suicidas conversaciones con los terroristas de la FARC, ponerles fin, retomar la iniciativa y pasar militarmente al ataque para lo cual hubo de recuperar el territorio de 42.000 kms2. que, en un acto más de alienación que de habilidad, les había cedido. Olvidó la experiencia del resto del mundo - incluyendo nuestro país - que enseña que con el terrorismo no se negocia y esto por varias razones de a puño.-
En primer lugar porque ya el mero hecho de sentarse a dialogar con bandas que recurren a la violencia como sistema produce un efecto devastador para la sociedad y para el estado legalmente constituido como es el reconocimiento del enemigo en un pie de igualdad, aceptando sus títulos para comportarse como un poder legítimo-.
Es desconocer la naturaleza del terrorismo como fenómeno moderno que apareció en Occidente apenas terminada la Segunda Guerra Mundial. Si se estudia el fenómeno con serenidad y objetividad se comprobará que el terrorismo consiste en un ataque global contra un ordenamiento jurídico al que no acepta por considerarlo radicalmente injusto. Lo suyo es una postura revolucionaria en sentido profundo y estricto, que llega para cambiar el orden establecido por las raíces y con los procedimientos más crueles (incluyendo la amenaza a diez sacerdotes y el asesinato de Mons. Duarte), actuando con la libertad que da, a sus ojos y a priori, la mística de la Revolución prometida que todo lo legitima.-
Por lo que se otorga a sí mismo todos los fueros que proporciona la nuda violencia y le niega al estado al que combate el derecho a defenderse, empezando por desconocerle uno básico y harto admisible, el de recurrir a los mismos métodos que la subversión aplica sostenida en su propia conciencia ética.-
Pero además de esta consecuencia aberrante - la de legitimar a la organización montada para provocar la caída del régimen legal tenido hasta entonces por tal e invalidando la resistencia - se produce otra en la que, Dios sea loado, nuestras Fuerzas Armadas en su oportunidad no cayeron: no sólo es contraproducente negociar con los subversivos sino que es inútil e imposible porque ellos no renuncian (no pueden renunciar) a sus fines ni procedimientos.-
En toda negociación se debe entregar algo, sacrificar una pretensión, renunciar a un objetivo. Nada de eso está dispuesto a hacer el terrorismo, le resulta psicológicamente insuperable el escollo, no desea ni puede alcanzar una transacción. La guerra revolucionaria es a todo o nada y por eso las soluciones intermedias son siempre precarias. En ocasiones hacen la parodia de abandonar las armas y declaran seguir su actividad por los carriles "normales" (esto es, según las "normas" de legalidad y convivencia) o retomarlas si disponían de un partido que les sirviera de pantalla como ocurre con la ETA y su minoritaria expresión electoral que, inexplicablemente, es aceptada - en virtud de una gran complicidad tácita - por el resto de la partidocracia española.-
La táctica de la FARC, como no podía ser de otro modo, fue la de dejar pasar el tiempo para ganarlo, a la espera que el gobierno se desgastara y desprestigiara y especulando con el cansancio que años de guerra no podía dejar de generar en el pueblo colombiano. Así, de paso, produjo y aprovechó un efecto propio de las situaciones continuadas de violencia - una violencia estructural - que consiste en que, ansiosa de paz por provisoria que sea, la gente tiende a olvidarse de los comienzos y de la responsabilidad de la guerra, a olvidarse o a desinteresarse de quienes y porqué se inició; el terror, a través de sus más variadas y feroces manifestaciones, termina creando una crisis de valores en la que todo es igual, ocupando íntegramente el espacio de preocupación y cubriendo toda la problemática política; se prefiere descuidar un aspecto esencial del conflicto ¿quién tiene razón, de qué lado está el bien, porqué bando conviene optar?.-
He aquí el gran beneficio para los subversivos: colocarse en igualdad de condiciones ante la consideración social; tiempo habrá para enjuiciar y condenar a los defensores del orden agredido. Tétrica maniobra casi siempre exitosa- de alteración de los roles y de los valores en litigio en función de la cual el agresor de ayer se transforma en el agredido de hoy y el transgresor en el titular de la nueva legitimidad. Sin olvidar que en el ínterin de las conversaciones las FARC usaron esa etapa para rearmarse y buscar nuevos adherentes (Manuel Marulanda, "Tiro Fijo" es un semianalfabeto que encabeza huestes de no menos de 20.000 individuos.-
El caso colombiano es singularmente complejo y su análisis no puede agotarse en unas pocas líneas. En primer lugar el hecho que este prolongado conflicto interno (38 años de duración) haya movido a EE. UU. a encarar un resistido operativo que le demandará de arranque u$s 1.300 millones, está indicando que para la Casa Blanca - dejada atrás la Guerra Fría - la cuestión le importa más que otras pendencias en el mundo, excepto la del Cercano Oriente; en definitiva aquí se pone en riesgo la estabilidad en su "zona de influencia"; la proximidad de un estado contestatario como Venezuela es un elemento dinamizador que no puede descuidar en especial ante el eventual efecto dominó que podría encender en llamas a la región. Si el socialista radicalizado Lula gana en Brasil ¿quién garantiza que le podrá o querrá poner coto al poderoso movimiento de "los sin tierra" que lo acompaña desde el comienzo con obvias conexiones y simpatías con los guerrilleros colombianos? Pero ¿tiene derecho EE. UU. a intervenir en una guerra que todavía es intestina pero que le puede afectar en su ya lanzada proyección imperial?
Y he aquí, entonces, un segundo factor a tener en cuenta, el de la posibilidad, nada inverosímil, de que el terrorismo colombiano pretenda - como ya lo está intentando entre nosotros - extenderse a otros países sudamericanos creándose un nuevo y gigantesco Vietnam que arrasaría con democracias endebles e, inclusive, con nacionalidades aun no del todo solidificadas. Y por si todo esto fuera poco tales alternativas se producen en el marco de una globalización equívoca, confusa y de curso errático que puede terminar absorbiendo este tipo de conflictos sin diluirlos.-
Finalmente hay que agregar que detrás de los terroristas colombianos - al igual que de los de Perú y Méjico - se encuentran los narcotraficantes que, si bien no aportan nada en materia ideológica cuentan y mucho a la hora de contabilizar las enormes sumas de dinero que obtienen de su comercio (se calcula que sus inversiones en la bolsa de Nueva York superan los u$s 6.000 millones anuales). De hecho, la subversión, que se desempeña como un verdadero estado que cobra impuestos y peaje, tiene en el amplio territorio que domina la mayor parte de campos productores de amapola y coca, laboratorios para su procesamiento e instalaciones para la comercialización. Todas las perversidades hallan, al fin, los caminos y las excusan para su alianza.-
La Argentina ¿puede mantenerse alejada de esta guerra y, en todo caso, por cuánto tiempo en atención a su experiencia histórica?.
El propio diputado Miguel A. Toma - que, por su pasado más que por su cargo actual de presidente de la Comisión de Defensa, algo sabe al respecto - advirtió, al igual que el obispo de Añatuya, acerca de infiltraciones de guerrilleros provenientes de la FARC en poblaciones precarias de la Capital y del Gran Buenos Aires. La Argentina no puede mantenerse indiferente ante el estallido terrorista que se expande por el continente; no sólo no lo puede hacer por la memoria de lo que vivió y sufrió dos décadas atrás sino por la perspectiva cierta que la agresión salvaje se repita en el presente siglo.
Nada nos excusaría, ni la sordina con que la siempre cómplice casta política procura tapar la realidad, desorientar la opinión pública, deformar los datos y los indicios ni la turbia defensa de los derechos humanos ni los complejos de culpa que se intentaron distribuir e imponer. Una vez más, alguien tiene que reaccionar cuando aun es tiempo.
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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