UN 19 DE JULIO ...
El 19 de julio de 1976 cayó muerto en acción de guerra el capitán Leonetti; fue la última víctima cobrada por ese enfermo ideológico que se llamó Santucho, fundador y dirigente supremo de una banda conocida como ERP, Ejército Revolucionario del Pueblo, organización ésta más violenta y vesánica que cualquiera de sus pares. El ERP tuvo conexiones directas con los tremebundos miembros de Sendero Luminoso y otros afines, de los que tomaron no sólo sus objetivos sino sus métodos que aplicaron con impiadosa constancia.
Se puede decir que esto ya es historia pero, no obstante, tiene una gran importancia para el presente inmediato si recordamos un dato: el segundo de Santucho era Gorriaran Merlo que, una vez abatido el jefe, continuó su perfomance de terrorista sistémico por el continente, culminando su carrera con el asesinato del ex presidente nicaragüense "Tachito" Somoza en Asunción, luego de compartir glorias con los vencedores de éste contribuyendo a levantar la tiranía.
Es por este Gorriaran Merlo, hombre que en realidad nunca bajó las armas y que encabezó la toma del regimiento de La Tablada en 1989, por quien un grupo de funcionarios y legisladores oficialistas - incluyendo al mismísimo ministro de Justicia Gil Lavedra, camarista que a su hora supo condenar a los integrantes de la primera Junta Militar del Proceso - se mueve para conseguir su indulto y amnistía. Lo hacen a través de una más o menos complicada maniobra político-judicial que culminaría con la libertad de los responsables intelectuales, espirituales y materiales de ese golpe agónico del terrorismo que costara varias decenas de vidas; lo que parece no interesar demasiado a nadie.-
Aquí queremos rescatar este hecho revelador de una situación de fondo que pasa desapercibida para tantos pero que, sin embargo, constituye uno de los ejes sobre los que se genera y tensa la realidad argentina actual. La cosa es que a la izquierda bien o mal pensante - es decir la presentable tipo Storani y Alvarez o a la que hay que ocultar como los Hijos - no le importan los delitos cometidos ni los castigos merecidos: se toman de una formalidad que no es más que una excusa para procurar la libertad de sus cómplices. Repiten lo del 73, abrir las cárceles para que vuelvan los terroristas.-
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LOS TEMBLEQUEOS DE BALSA
El ex comandante en jefe del Ejército parece que no está dispuesto a retirarse definitivamente y de una vez para siempre de la vida pública -retornando al anonimato más humillante en el que el mejor premio ha de ser el olvido- sin cometer su último acto de desdoro. No conforme con haber sido expulsado por unanimidad de la organización que nuclea a sus colegas, se ha pasado decididamente y cada vez con menor pudor al bando de la izquierda; y no de cualquier izquierda sino de la propiamente armada o, peor aun, de la que reivindica el terror que sus hijos y nietos implantaron en el país como una alucinante forma de hacer política.
El general Balsa con gusto se alía, conversa e intercambia convicciones con las madres y abuelas de aquellos que descuartizaron a sus compañeros de armas o a sus parientes, casi nunca de frente sino mediante el ataque artero, la bomba clandestina, el asesinato indiscriminado. Los ascendientes de los asesinos de sus camaradas se han vuelto los interlocutores válidos con los que este extraño y zancudo militar gusta platicar como si no tuviera nada que reprocharles.
Bajo la bendición de cierto obispo y la complacencia de cierto rabino se mostró, no mucho tiempo ha, arrepentido de lo que en ese momento sus superiores hicieron contra la subversión; ahora se opone a que se instalen las "mesas de diálogo" que propone el General Brinzoni como modo de acordar un principio de solución al conflicto entre represores y subversivos - cada vez más enredado desde que estos últimos se niegan por principio siquiera a reconocer que lo fueron y que desencadenaron una guerra con métodos atroces llamada revolucionaria -; alega que los protagonistas de la represión - pasado que parece no poder sacarse de su conciencia como sí ha eliminado limpiamente los reproches por los contrabandos de armas - "deben" recordar algo, son archivos vivientes que deberían abrirse puesto que fueron favorecidos por el indulto "que no es olvido sino perdón", como acotó.
Esto es abrirse a las Bullrich, a las Conti, a las Carlotto y Bonafini, es decir completar la rendición que él inspiró y protagonizó cuando pidió perdón no se sabe de qué ni porqué ni en nombre de quien, con la entrega y, de ser posible, con la delación. El general propicia, pues, la traición.-
Como se sabe - y tal vez Balsa lo recuerda todavía - la guerra tiene secretos que no deben develarse sino en tiempo oportuno pero jamás mientras se encuentre, como en el caso, abierta y con un bando que se niega a deponer las armas (simplemente las tiene ocultas debajo de los vestidos de un humanismo falso y que sacará a relucir en cuanto advierta que su permanente y real enemigo, las Fuerzas Armadas, abandone las suyas y se sienta culpable).
No se puede ser tan miope o tan hipócrita como el general Martín Balsa que se empeña en desarmar al Ejército argentino del que alguna vez formó parte, de vaciarlo y descalificarlo ¿Porqué no le pide lo mismo a la Subversión?
¿Verdaderamente no se da cuenta que la Subversión está representada y viva en las Madres y en las Abuelas con las que coquetea indelicadamente por TV?
¿Verdaderamente cree que la guerra terminó y no percibe que continúa bajo otra forma y modalidad como es la mediática y la persecutoria por la vía judicial?
¿O cree con sinceridad que todos estos manejos y entresijos de los bebés supuestamente secuestrados y los "juicios de la verdad" responden a una genuina vocación de justicia de tales Madres y Abuelas, no sospecha que más bien responden a una estrategia a la que él se presta con tanta imprudencia?
Entonces ¿porqué insiste en hacerles el juego a estas subversivas con polleras y pañuelos que vienen a suplantar a sus hijos y nietos una vez perdida la batalla militar que ellos mismos provocaron?
Lo peor que le puede ocurrir a un profesional del arte de la guerra (y de la política) es confundirse de enemigo; creer que su enemigo es su aliado; tanto más si este enemigo jamás dio muestra ni prueba de arrepentimiento ni de deseo de reparar el daño inmenso causado por su vesanía e irracionalidad.
Pero digamos no en apoyo sino en comprensión de Balsa que este paso a las filas del enemigo (que continúa siéndolo y que lo será para siempre) puede explicarse -por repugnante que sea- como su necesiddad de contar con la protección de algún sector de la sociedad donde refugiarse cuando los jueces federales - tan antidemocráticos ellos - le golpeen la puerta en nombre de un ejército al que, junto con sus arma le hizo perder sus razones para combatir.-
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INDISPENSABLE
Apareció el libro de Carlos Manuel Acuña "Por amor al odio"; un acierto desde su título. No podemos comentarlo por su extensión e importancia aunque lo pensamos utilizar abundante y provechosamente. Es el libro que hacía falta no sólo para los historiadores de mañana sino para los testigos de hoy por lo general tan desorientados. Estudia con abrumadora minuciosidad todo el fenómeno subversivo desde sus orígenes, allá en Sierra Maestra, hasta el golpe del 76. Queda, como se ve, mucho por decir que será materia de una segunda parte que -así lo deseamos- será tan exhaustiva como ésta.-
Nada queda fuera de su enfoque: ni el contexto internacional en que se ubica su génesis ni su semillero ideológico ni sus afinidades y conexiones, métodos y tácticas. Para decirlo todo se trata de un libro indispensable tanto para el estudioso sereno como para el protagonista de cualquier ribera de la guerra.
No se piense ni por asomo que se está ante un trabajo comprometido con alguno de los contendientes ni de posición tomada de antemano; simplemente es un esfuerzo de erudición y síntesis que reúne cuanto material historiográfico pueda interesar, cuanto dato importe, cuanta interpretación corresponda científicamente.
Queremos decir que es exactamente lo contrario de un panfleto - por otra parte, muy voluminoso para serlo- es un aporte serio que a todos hará bien, incluso a los actores del terrorismo marxista de entonces que tendrán así la perspectiva objetiva para meditar su comportamiento y, acaso, para reflexionar sino ética por lo menos políticamente para de esa forma detectar los "errores" cometidos, ellos que, por supuesto, no soportan la noción de pecado.-
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