LA SUBVERSION Y LOS POLITICOS CORRECTOS
La clase política - que siguiendo una ley interna que le es propia, se cierra cada más sobre sí - se abrió en una sola oportunidad, la de su encuentro con la Subversión. Desde los orígenes de ésta y aun antes, en su prehistoria, la dirigencia partidocrática (no se advierta en el término una expresión peyorativa sino una referencia técnica) hubo entre una y otra una suerte de "feeling", de comprensión mutua e implícita que se transformó en complacencia y, finalmente, en tolerancia.
Los políticos no pudieron dejar de comprender que el fenómeno subversivo con sus declaraciones tremebundas, sus objetivos imprecisos, sus programas tan espectaculares como incoherentes y, en especial, con su metodología salvaje, constituía un peligro letal y larvado para el país y para el estamento mismo; su actitud parecía tener algo de complicidad, de resignación y de suicidio.
Pero su demencia no llegó tan lejos como para acompañar a tan feroz amigo-enemigo a las últimas instancias; cuando fue abatido el ex ministro del Interior del Lanusse, Arturo Mor Roig cayeron en cuenta que la mano venía pesada y en serio, que no había pura estética sino odio revolucionario y que la cosa había comenzado a descontrolarse.
Sin embargo, al poco tiempo, elegido Cámpora e impuesto un poder claramente izquierdista - todo el gabinete, parte de los legisladores y los gobernadores de las principales provincias- la partidocracia volvió a dar prueba de su estulticia y de su irresponsabilidad votando sucesivamente tres leyes de amnistía - casi por unanimidad incluyendo el voto del actual presidente electo, entonces diputado - que motorizaron, como era de prever, al terrorismo. Cientos de asesinos, activos o potenciales, salieron a la calle en medio de la salutación entusiasmada de sus correligionarios y de ... los dirigentes políticos que, en una medida todavía a determinar contribuyeron, con conciencia o sin ella, a hundir al país en el peor baño de sangre del siglo y, posiblemente, de su historia.-
Lo asombroso y llamativo (tal vez aquí resida la clave del último decenio político y cultural argentino) consistió en la impavidez en algunos casos y la satisfacción en otros con que los partidos recibieron a los nuevos protagonistas, que no dialogaban sino que mataban, ni transaban sino que exigían.
Luego vino la intervención del ya presidente Gral. Perón que desarticuló parte de la organización (que pasó a la clandestinidad), la misma que en su momento apoyó y utilizó, actuación proseguida por su viuda que ordenó el "aniquilamiento" de la subversión. Finalmente - lo aceptemos o no - se inauguró el periodo antisubversivo militante, por así llamarlo; con sus errores y miserias, la represión se formalizó y su primer acierto - luego desvirtuado en parte por los excesos - fue el de percibir que toda la sociedad en sus ámbitos más increíbles, como una parte del clero, estaba infiltrada no sólo de terrorismo sino de una mentalidad terrorista, de una afinidad y empatía que le permitió a la subversión esconderse y disimularse en los pliegues más íntimos de la sociedad agredida.
Allí hubo que llevar la lucha con los riesgos que tan delicada operación sobre un cuerpo enfermo y oscuro implicaba. Y allí se volvió a tropezar con la oposición más o menos franca de los partidos, ahora rearmados ideológicamente con las armas provenientes del arsenal de los "derechos humanos". Restablecida la democracia nadie tuvo opción y cada uno hubo de hacerse cargo de su discurso: no sólo condenar a los represores sino favorecer y exaltar a los perseguidos-terroristas. Que es lo que se hizo.
El alfonsinismo fue un claro muestrario de cómo ocurrió eso, ya que no se trató sólo de abrirles espacios de poder sino de proporcionarles ocasiones para ejercer su venganza (por ellos denominada justicia). Pero esto tenía, si se quiere, una explicación: el movimiento alfonsinista, desde sus orígenes en sus enfrentamientos con Balbín y con el radicalismo tradicional, había adoptado un confuso pero innegable signo de izquierda por lo que no fue de asombrar (aunque sí de alarmar) que se llenasen de zurdos los niveles de decisión y los de influencia.
Pero lo que sí admiró fue la infiltración abierta de parte de los fugitivos en el gobierno de Menem. Son más de 500, según nos informa la insospechable Viviana Gorbbato, autora de una investigación acerca de "Montoneros, soldados de Menem". Y esto es contradictorio y, más aun, significativo. Pero sobre esto volveremos en el próximo número.-
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LA IZQUIERDA PROFUNDIZARA SU ESTRATEGIA
Por Carlos Manuel Acuña
Dentro de un marco de constructiva esperanza signado por factores personales y la estruendosa derrota de Graciela Fernández Meijide en la provincia de Buenos Aires, el flamante presidente de la república apenas resultó electo comenzó a soportar un intenso tironeo provocado por las internas de su propio partido pero, sobre todo, de las que luchan y se revuelven dentro de la Alianza que le dio el triunfo. La primera reacción de Fernando De la Rua fue imponer un estilo de comprensible precaución y alejamiento de las tensiones cada vez más fuertes y optó por un precavido silencio respecto de quienes serían designados en los cargos ejecutivos del próximo gobierno.
Ni bien se vislumbró la fortaleza de este estilo los aspirantes se volvieron sobre sí mismos, recrearon una y otra vez alianzas y contraalianzas en busca de un poder que se les mostraba incierto y tras un breve respiro a la espera de señales indicadoras de cómo se resolvería el reparto de funciones, volvieron a la carga con exigencias de todo tipo.
El verborrágico Carlos "Chacho" Alvarez pareció disminuir sus apetencias protagónicas, aunque insistió en que se le diera a Graciela Fernandez Meijide un estímulo suculento por su derrota en las urnas. A la inversa de lo que generalmente sucede con todos los perdedores, en este caso, la izquierda quiere premiarlos, convertirlos en banderas renovadas y sobre todo, útiles para atacar a las mayorías cuando estas le resulten adversas.
Consecuente con esta forma de pensar, el frepasismo y la izquierda radical no disminuyen los ataques a la designación del Teniente Coronel (R) Aldo Rico en la estratégica secretaría de Gobierno con la misión de solucionar la dramática situación de inseguridad que crece en la provincia de Buenos Aires. A pesar del éxito electoral que lo premió con más del setenta por ciento de los votos para su reelección como intendente del populoso distrito de San Miguel, esa oposición tiene y tendrá un profundo signo ideológico, pero también otras motivaciones tácticas de importancia: si Rico tiene éxito en su gestión, la delincuencia se replegará y buscará otro ámbito geográfico para desarrollarse y en este caso, lo más probable es que se vuelque sobre la Capital Federal.
Esto generaría un doble problema en el distrito dominado por la Alianza, donde el FREPASO insistirá de alguna manera con el fracasado Código de Convivencia pero también en controlar la Superintendencia de Seguridad Metropolitana.
Si así se concreta, se dará el caso de una Policía Federal con dos jefaturas superpuestas en la ciudad más importantes del país, con el agregado de que la izquierda aliancista insistirá, siempre por razones ideológicas, en mantener una política garantista, la misma que promovió Alfonsín durante su presidencia. En consecuencia, cabe esperar que los porteños sufran una insospechable ola delictiva con gravísimas trabas administrativas y de competencia que comenzarán a manifestarse de inmediato, previo a las elecciones metropolitanas.
Para colmo, hasta ahora el candidato de la Alianza para reemplazar a un preocupado Enrique Olivera cuya alarma por esta situación todavía no produjo efectos políticos, es el frepasista Aníbal Ibarra, uno de los adalides de la presencia y tolerancia de los travestis, las prostitutas y otras lacras en las esquinas de Buenos Aires. Con Ibarra de candidato, un auge de permisivismo garantista, la inauguración de nuevos avances ideológicos en el sistema educativo que depende de la Intendencia Municipal y una legislatura porteña dominada por la izquierda - por citar nada más que los factores básicos que alimentarán el conflicto - queda aventada la perspectiva del eventual éxito en las elecciones que se realizarían en abril o mayo del año que viene. Si para entonces existe la Alianza y esta pierde en el distrito que hasta ahora les fue más favorable, De La Rúa corre el riego de quedar más aislado todavía y nada bueno se le augura para los próximos cuatro años.
Mientras los analistas se manejan con estas y otras dudas, lo que podríamos calificar como la izquierda pura que mantiene sus ataduras con el pasado, continúa con sus miradas puestas en un futuro que no entiende. Así, acaba de abrir sus puertas la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, que en Hipólito Yrigoyen 1440 "enseña" sólo numerosas materias que están a cargo, por ejemplo, de Osvaldo Bayer, el inventor de la Patagonia Rebelde que propicia la "independencia" de ese territorio argentino y reparte sus actividades entre la República de Alemania, organizaciones social demócrata de ese país y otras que están instaladas en la Argentina.
La nómina de profesores es abundante y elocuente y sólo mencionaremos por hoy a otra docente de la flamante casa de altos estudios como Claudia Korol, la jefa de redacción de la revista América Libre que representa el pensamiento de la organizaciones subversivas y de extrema izquierda que, nucleadas en el Foro de San Pablo apoyan, entre otras cosas, la liberación de la droga, a los Sin Tierra brasileños, a las FARC y las restantes guerrillas colombianas, a la falta de democracia en Cuba, a las derrotadas bandas subversivas argentinas, al pasado tercermundista, al aborto, a la teología de la liberación y a todo aquello que pueda caber en una imaginación experta en estas cuestiones.-
Virtualmente elegimos casi al azar a estos componentes de un escenario frondoso y complejo, donde las dificultades no son exclusivas para la futura administración nacional pues también existen, por ejemplo, para la provincias de Buenos Aires. Con buen criterio, De la Rua y Ruckauf establecieron un civilizado y positivo acuerdo previo para fijar las pautas que regirán las pautas de la relación política entre la nación y la provincia más importante del país.
Pero el hecho es que el derrotado FREPASO cuenta con un peso determinante en la legislatura bonaerense, cuyo presidente E. Mosquera pertenece precisamente a esa corriente política. El legislador ha reconocido públicamente que es ateo, abortista y que proviene de la Federación Juvenil Comunista, datos que hacen a su esfera de preferencias. Pero lo importante a tener en cuenta es que su bloque y la izquierda radical están dispuestos a impedir los proyectos de ley indispensables para poner en marcha una estrategia antidelictiva, asunto de importancia prioritaria por obvias razones.
El encontronazo está a la vista y contribuye a respaldar la afirmación que sostiene que hoy el delito común afecta a las instituciones igual o más que la subversión guerrillera del pasado, pues con su carga de violencia despiadada crea y ampliará condiciones políticas destinadas a gravitar en términos todavía difíciles de vaticinar.-
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