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sábado, 13 de febrero de 2010

"OTROSÍ" Nro. 37 – julio del 2002 "Volvió el terrorismo y hay que saberlo"

"OTROSÍ" Nro. 37 – julio del 2002

"Volvió el terrorismo y hay que saberlo"

La Argentina no puede volver a quedar bajo la confusión de las imágenes torcidas y de los discursos equívocos o tramposos. Lo que ocurrió el 26 de junio pasado, ocurrió y no puede ser desmentido ni desfigurado. Nadie tiene el derecho de engañarnos una vez más ni nosotros la obligación de dejarnos engañar. Cuidado con el "discurso único" al revés, es decir no el de los dominadores sino el de los revoltosos.-

Todo está sucediendo como si se tratara de una película ya conocida donde se repiten los personajes, las escenas, las palabras. Los trucos, las intenciones y los argumentos. Los roles que cada uno deberá jugar, las razones que invocarán, las excusas que echarán a correr. Ya se sabe quienes han de ser las víctimas y quienes los victimarios, donde está el bien y dónde el mal. El planteo es sencillo, las versiones simplistas, todo queda en claro a poco de dejar hablar a los nunca sepultos guerrilleros. El mismo montaje aun contradiciendo la experiencia vivida o vista en la televisión.-

Pareciera que se está viviendo un sueño o, mejor dicho, una pesadilla; se ingresó en el túnel del tiempo y todo retorna. La misma labor mediática de hace 20 años con algunos otros apellidos y otros rostros más jóvenes. Idéntica violencia, similar salvajismo, paralela perversidad, equivalente hipocresía, reiterado odio. ¿Porqué vamos a tolerar ahora?.-

Lo que acaeció es una forma de proto terrorismo urbano y esto nadie lo puede dudar. Todo estaba no sólo dispuesto sino que anunciado desde tiempo antes. Lo sabían los servicios de inteligencia que habían informado a los responsables de la seguridad pública, se trataba del secreto de Polichinela que además quedaría confirmado por los propios gritos de batalla lanzados antes, durante y después de los disturbios y se podía deducir sin dificultad por las maniobras que los piqueteros tuvieron a bien dar a conocer a la sociedad y al Estado ¿Qué significaba, sino, el propósito de interrumpir las doce entradas a la Capital Federal aislándola? ¿Y hasta cuándo? ¿qué querían con semejante operativo: saquearla, destruirla, sembrar el terror, extorsionar a un gobierno que ya amenaza con derrumbarse por otras razones, ganar un espacio del que no disponen o, más directamente, realizar un golpe de efecto que llevara a la conciencia colectiva la sensación de indefensión y la certeza de la reaparición de una fuerza que se creía disuelta desde hace tiempo? Se reimplantaba el mito de los idealistas y bienhechores injustamente perseguidos-

Pero hela aquí de retorno. La maniobra recomienza imperturbable, cómoda, mendaz, facilista. Ahí están los farsantes de "Punto doc/2", el miserable de Lanata, el permanente montonero Verbitzki, siempre hambriento a pesar del millón de dólares que cobra por año al frente del CELS; ahí todos, los de entonces y los de ahora llevando a cabo lo imposible: convencer que no hubo agresión, negar la evidencia.-

Que no hubo agresión ni violencia ni siquiera mala intención en la algazara de ese miércoles negro; que les fracasó en cuanto golpe masivo y que, por lo tanto, conviene borrarla de la memoria social cuanto antes para lo cual lo mejor es trasladar la responsabilidad de las muertes, las agresiones y los daños al "otro" o sea a la policía. Que, conclusión lógica, no tenía derecho a intervenir ni a reprimir. Criterio, al parecer, compartido por el juez instructor que dejó en libertad a todos los detenidos menos a uno, precisamente el que golpeó a un oficial por la espalda y ante las cámaras; testimonio irrecusable pero que, sin embargo, supo ser revertido por el neohistoriador Lanata que, inconmovible desde su grasienta osamenta, dedujo con más desparpajo que sagacidad que si alguien atacó al comisario fue porque tenía razón para hacerlo. Y, por supuesto, dado que para eso llegaron y están en el poder, el gobernador Solá -de sugestivo pretérito en la JP- sin más indicios que una fotografía de Clarín puso a disponibilidad al indicado funcionario policial acusado de homicidio y a otros tres más.-

No satisfecho semejante exabrupto fue más adelante y nombró al "progresista" Juan P. Cafiero como el nuevo secretario de seguridad de la provincia lo que es -repitiendo la audacia de Cámpora- poner el zorro al cuidado de las gallinas. Este Cafiero (que se apresuró a declarar que pondrá en caja a sus nuevos subordinados con lo que los niveles de inseguridad en la provincia treparán a alturas desconocidas) es el mismo que, a espaldas del entonces presidente De la Rua, del que era ministro, negoció con los torvos piqueteros de Salta.-

El sistema hasta ahora, pues, funcionó a la perfección; nadie se inquietó por las recorridas del diputado nacional Zamora por los hospitales en busca de compañeros heridos (una forma expresa de ponerse al frente de los incidentes sacándole el provecho posible a un estallido que a esa altura había escapado de las manos de los propios organizadores; así como nadie se alarmó por las amenazas de la monumental legisladora Carrió que ese día optó por refugiarse en Rosario sin asumir mayor compromiso. Los comunicadores de siempre y los políticos de antaño y de hogaño se comportaron con un eficaz mecanismo de marionetas, aquellos explicando y éstos legitimando, todos mintiendo y engañando. Como en el tango la historia vuelve a repetirse. El esquema de la izquierda, dentro y fuera del poder, volvió.-

Nadie se preguntó tampoco porqué los muchachos que se dieron cita en el puente Pueyrredón iban armados con cuchillos, gomeras y bombas "molotov" y tomaron la iniciativa en el ataque, porqué supieron actuar con ciertos movimientos de formación militar (lo que habla de una determinada preparación previa y, claro, de entrenadores ¿colombianos que pululan por las villas?), porqué esta vez no concurrieron con mujeres y chicos como suelen hacerlo cuando en verdad se proponen una manifestación pacífica.-

Todo señala ausencia de espontaneidad, todo indica la puesta en marcha de una estrategia pensada como gimnasia de activismo urbano. Reaparece la vocación nihilista de los estados mayores del terror, un terror manejado con astucia y perversidad, con sentido del tiempo y de la oportunidad para que el mensaje llegue inequívoco: volvimos, estamos, nunca nos fuimos; no declinamos ni nos arrepentimos, seguimos siendo los mismos, al acecho.-

Las preocupadas reflexiones pueden y deben continuarse sobre lo acontecido y sobre lo que vendrá. Es, insistimos, una vuelta al pasado con miras al futuro con las mismas tácticas, discursos y agachadas de dos décadas atrás. Esto solo debe alarmarnos. En especial si se atiende a la cobarde o complaciente reacción del estado -en el caso los gobiernos nacional y provincial- que actuó más presionado por la prensa (naturalmente, la de izquierda que es especialista en esto de dramatizar y deformar) que interesado por la seguridad social. A estos elencos de políticos logreros y pequeños les importa más su imagen que la realidad.-

Y como entonces, nadie se fijó en quien tuvo la iniciativa en la violencia, es decir la responsabilidad última de los hechos; sin precisión, forzando las interpretaciones, atosigando al público con insinuaciones y sugerencias, no dejando pensar, la izquierda -unida esta vez para explotar lo mejor posible esta nueva ocasión de posar de víctima y de redentor- impuso su versión: la culpa es de los represores. Se puso fuera de discusión cualquier otra variante. No había nada de qué dudar y por eso se precipitaron las informaciones, las sospechas y trascendidos No le fue mal porque a las pocas horas ya había conseguido cobrarse la cabeza de dos oficiales superiores de la policía bonaerense y nada menos, que de otros 110 hombres de la misma fuerza acusados de homicidio, lesiones, abuso de autoridad y de varios delitos más a gusto de los magistrados garantistas de turno, moviéndose todos - Solá el primero - al compás que les marcó la prensa subversiva.

Un nuevo terror recorrió las espaldas de los funcionarios, el de ser identificados con la represión de antes, el de quedar pegados a ese periodo que, probablemente, muchos de ellos mismos repudiaron en su momento pero de cuya dureza y eficacia se beneficiaron a la postre pues les permitió volver. Duhalde estuvo a la altura de sí mismo que es lo peor que le puede pasar, Solá a la de su pasado revoltoso (no es casualidad que el comisario Alfredo Francheoti sea uno de los heroicos policías que detuvo el ataque subversivo a la Tablada, permitiendo con su esfuerzo la llegada de las tropas del Ejército para recuperar la unidad y eso lo está pagando ahora), Cafiero tuvo la impensada honestidad de reflejarse en su discurso de toma de cargo al prometer castigar a la policía en vez de poner el acento en el restablecimiento de la seguridad combatiendo al delito en todas sus manifestaciones.-

La dramática comedieta de una generación atrás se reitera, entonces. Los iniciadores de la violencia no son sus responsables sino las víctimas; nadie se hizo cargo de la defensa de una sociedad que se niega, a pesar del Estado que la entrega, a sufrir nuevos saqueos. Una artimaña montada esta vez con la colaboración abierta de la clase política en uno u otro frente (Zamora en la oposición, Cafiero y Solá en el gobierno, Duhalde en el medio) lo que significa un avance para la izquierda. Al respecto hay que recordar que la izquierda es una sola, variando los métodos (más directos y brutales unos, más elusivos y dialécticos otros, todos tributarios del mismo odio y de idéntica raíz terrorista) así como los jefes y el discurso ¿Qué lejos están la Bullrich de D'Elía, la Walsh del perro Santillán, los ex y los de hoy?.-

La violencia siempre llega para quedarse y no es de esperar que en esta oportunidad se retire aun si lograra lo que sus personeros entienden por justicia (parece que tropiezan con algunas dificultades para probar la autoría de las muertes como las pericias balísticas y la falta de testigos creíbles) Para quedarse y para aumentar la apuesta o sea para incentivar su criminal forma de hacer política. Que en su inteligencia consiste en creer que "la violencia política es ante todo, Política", en la clarísima toma de posición filosófica de uno de los jefes de Montonero, Cecilio Perdía en "La otra historia". Es interesante esta memoria porque el cuñado de Firmenich anunció que varios de sus subordinados intervinieron en los incidentes de Avellaneda aunque es probable que se trate de una maniobra para ahuparse en los beneficios que se esperan de esta pueblada.-

La pinza se cierra con el declarado propósito de Cafiero de aplicar mano blanda que es su modo de hacer justicia en el momento preciso en que la gimnasia terrorista se vuelve más caliente y dramática. Tendrá ocasión de demostrar la bondad de sus propósitos en las próximas marchas piqueteras cuando la policía -la federal o la provincial- se vean obligadas a contemplar con impuesta pasividad los destrozos de automóviles y comercios y a soportar las injurias sin cuento que les lancen los profesionales de la desocupación. Porque se ha de saber que muchos de estos tirabombas son pagados por los organizadores de las marchas, faltos como se hallan de auténtico apoyo popular.-

A la izquierda no le importa - antes bien, la satisface - causar los más afrentosos agravios no sólo a las fuerzas de seguridad sino a los simples viandantes, sean obreros o de clase media (proletarios o burgueses en su torcida miopía) Por eso y por su orfandad de multitudes deben movilizar a los genuinos marginales que suelen vivir del delito; esto hay que reconocerlo con coraje para comprender el panorama que se nos abre a partir que esa gente que nadie quiere tener de vecino pase a ocupar como en una liturgia las calles de Buenos Aires y de todo el país.-

No repitamos los errores de tolerancia de antes, no caigamos en las complicidades de ayer ni en las confusiones de antes de ayer. Que la historia, el dolor y la muerte no hayan pasado en vano. Reaccionemos cuando aun es tiempo, así nos ahorraremos el mismo dolor y las mismas muertes.

FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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