Afiche de febrero de 1976. 23/03/2006 - 14:00
23 de marzo de 1976: Yofre le enseña historia a Pigna
El 23 de marzo de 1976 cayó martes. Fue caluroso: la temperatura máxima marcó 29º. La palabra 'Golpe' era algo habitual. No había acontecido aún, pero todo el mundo ya hablaba del acontecimiento. Por ejemplo, en esas horas, el embajador de carrera Hugo Juan Gobbi2 fue a La Biela para conversar con su amigo Rafael Andrés Perrotta, director de 'El Cronista Comercial'. Antes de que llegara su amigo, se encontró inesperadamente con Jacobo Timerman, de 'La Opinión', acompañado por su mujer y uno de sus hijos. En el corto diálogo, Timerman le anticipó: "Este golpe va a ser muy serio porque está muy influenciado por la Marina". Gobbi, astuto, sólo le respondió: "Cuidado, la burguesía alemana también quería orden en 1933", según relató Juan Yofre en las entregas como suplemento que publicó esta semana el diario Ámbito Financiero. Muy interesante la historia del golpe cívico-militar que reclamó la mayor parte de la sociedad argentina de entonces, algo que nunca han explicado los historiadores como Felipe Pigna que intentan reconstruir los acontecimientos para justificar a Montoneros y ERP, tan indefendibles como los responsables del terrorismo de Estado.
23 de marzo de 1976: Yofre le enseña historia a Pigna
El 23 de marzo de 1976 cayó martes. Fue caluroso: la temperatura máxima marcó 29º. La palabra 'Golpe' era algo habitual. No había acontecido aún, pero todo el mundo ya hablaba del acontecimiento. Por ejemplo, en esas horas, el embajador de carrera Hugo Juan Gobbi2 fue a La Biela para conversar con su amigo Rafael Andrés Perrotta, director de 'El Cronista Comercial'. Antes de que llegara su amigo, se encontró inesperadamente con Jacobo Timerman, de 'La Opinión', acompañado por su mujer y uno de sus hijos. En el corto diálogo, Timerman le anticipó: "Este golpe va a ser muy serio porque está muy influenciado por la Marina". Gobbi, astuto, sólo le respondió: "Cuidado, la burguesía alemana también quería orden en 1933", según relató Juan Yofre en las entregas como suplemento que publicó esta semana el diario Ámbito Financiero. Muy interesante la historia del golpe cívico-militar que reclamó la mayor parte de la sociedad argentina de entonces, algo que nunca han explicado los historiadores como Felipe Pigna que intentan reconstruir los acontecimientos para justificar a Montoneros y ERP, tan indefendibles como los responsables del terrorismo de Estado.
POR JUAN BAUTISTA YOFRE
Los historiadores suelen hurgar en el pasado el día y la hora en que se tomó la decisión de deponer a la presidenta Perón.
Los historiadores suelen hurgar en el pasado el día y la hora en que se tomó la decisión de deponer a la presidenta Perón.
En el Ejército, se decidió preparar una carpeta con lineamientos generales, un juego en la mesa de arena, para ser utilizada sin fecha.
El pedido del trabajo se realizó cuando se conoció que era irreversible el retorno de Isabel a la Casa Rosada. Es decir, si la viuda de Perón volvió de Ascochinga el jueves 16 de octubre, la solicitud se formalizó los días previos. Se abrieron las puertas de un cambio de gobierno al margen de la Constitución.
No fue la única, pero era la más sensata para el momento que se vivía. No llevaba el título de "Estatuto Revolucionario de la Nación Argentina" (como una), ni tampoco el ampuloso "Un nuevo ciclo histórico" (de otra). Pero fue la que llegó a los niveles superiores: comandante general, Estado Mayor, algunos comandantes de cuerpo y ciertos comandantes de brigadas.
A pocos metros del cruce de las avenidas Las Heras y Pueyrredón, sobre una calle empedrada, queda un edificio de perfiles parisinos.
En la entrada, una pesada puerta de madera que se abrió innumerables veces para las tenidas políticas. El departamento tenía vista a un centro de manzana con mucho verde. Era el escenario especial para una reunión de conversación en voz baja.
Como sonido de fondo, los gritos que salían de un aparato que transmitía en directo el acto del Día de la Lealtad en la Plaza de Mayo.
El grupo de profesionales -no más de media docena, cuyas edades no superaban los 40 años- fue comandado por un profesional que volcó en papel un resumen de varias frustraciones nacionales: 1955; Frondizi, Guido, Azules y Colorados; Illia, Onganía, Lanusse, Juan Perón y ese presente que se vivía.
El dueño de casa no llegaba a los 40, pero había sido testigo privilegiado de muchas decepciones políticas, como la mayoría de su generación. Aquí, algunas de sus partes principales:
En los datos de la realidad se afirma que "la crisis actual, tan generalizada y extendida, abarca prácticamente a todos los sectores del país. No tuvo comienzo el 25 de mayo de 1973. A esta situación se ha llegado por una acumulación de errores cuyas primeras manifestaciones resulta difícil de ubicar en un tiempo histórico preciso".
"Una larga suma de desencuentros e intentos de soluciones, tanto estériles como equivocados, derivó en el actual estado de cosas cuya continuidad, agotadas las instancias constitucionales o políticas, no debe aceptarse sin riesgo de someter a la Nación a su desintegración total."
"(...) Recuperar al hombre para salvar la República. Hoy nadie cree en la Nación como destino colectivo... el análisis de superficie puede llevarnos al error de considerar que todo empezó hace poco y que alguien tiene la plena culpa de cuanto acontece."
Seguidamente vienen cuatro carillas con un sintético repaso de las experiencias del ‘43 al ‘73 con una primera advertencia: "Los gobiernos militares tienden a debilitarse en beneficio de los partidos cuando se inicia la etapa del 'desemboque político'". De allí que se afirma que "... las propias Fuerzas Armadas deberán ser las generadoras del futuro desemboque político. Si así no ocurre, el proceso les será arrancado por los distintos sectores políticos y sociales. En este sentido, las experiencias de 1958, 1963 y 1973 son recientes y aleccionadoras".
"Es indispensable comprender que el pueblo argentino es tremendamente exitista, versátil, y que aquello que desea ardientemente hoy, lo rechaza al poco tiempo y exigirá su remoción -bajo distintas formas- luego de un lapso históricamente mensurable. Es así como los pronunciamientos del ‘30, ‘43, ‘55 y ‘62 buscan una solución -que en el caso específico de los dos últimos se convierte en una 'salida'- luego de un período promedio de dos años de permanencia en el poder."
"(....) el Gobierno Revolucionario debe buscar y generar una 'válvula de escape' a las tensiones e impaciencias del país, a más tardar, dentro del tercer año de su instalación en el poder. Pero para ello será esencial que el gobierno revolucionario dé respuestas concretas y eficaces -aunque no se hayan alcanzado los objetivos finales dentro del plazo señalado- a las expectativas que generó la propia revolución."
“(...) la experiencia indica, también, que las FF.AA. tendrán que contar con una corriente de opinión afín y consecuente, como un 'canal' de expresión política. (...) Entonces es necesario repetir, hasta el cansancio, que debe preverse desde la primera hora que la salida del gobierno de las FF.AA. no implique la entrega del poder a los sectores políticos adversarios del régimen militar (Argentina 1958, 1963 y 1973)."
"El accionar de las FFAA -fundamentalmente en la primera etapa exclusivamente militar- no deberá tener un tinte antiperonista ni persecutorio del movimiento justicialista, por más que haya que sancionar a algún sector o a ciertos dirigentes..."
"El problema quizás empieza principalmente por elegir una 'imagen'. Si se muestra una fisonomía 'reaccionaria' (pinochetista) o 'gorila', se logrará el apoyo de una insignificante minoría cuyo aporte ya no cuenta. Perón es el pasado, ya es historia y por lo tanto nada agrega para el futuro; lanzarse contra él, además de inútil, es crear un probable foco irritativo, siempre adverso. La persecución al peronismo merece el mismo comentario."
Cursos de acción (...) "los primeros para ser implementados en una etapa de carácter estrictamente militar. Los segundos para cuando concluida la fase anterior -que deberá ser dura pero corta- comiencen a echarse los cimientos del futuro proceso político". Entre otros, se señalan "la suspensión total de la actividad política; no disolver a los partidos políticos ni incautarse de sus bienes. Debe evitarse agraviar a sus dirigentes pues lo único que se lograría es ampliar el frente opositor haciéndole, así, el juego a la subversión, quedando ellos como furgón de cola de la guerrilla.; suspensión de la actividad político-gremial. Limitar la acción de los sindicatos al campo de los servicios (asistencia médica, turismo, recreación, deportes y actividad cultural); intervención de la CGT; (...) reestructuración, en el más corto plazo, del Poder Judicial (...); activa y flexible tarea a fin de evitar que la opinión pública internacional sea manipulada contra el régimen militar y, por ende, condicione la actitud de los gobiernos extranjeros hacia nuestro país. Evitar el aislamiento internacional. Recordar que necesariamente vamos a requerir el concurso de los gobiernos de Occidente para:
a) solucionar nuestros problemas de balanza de pagos, y
b) obtener el concurso de capitales privados y de organismos públicos para reactivar la economía y promover nuestro desarrollo (...) si se hace gala de una activa política anticomunista en el orden internacional -fuera de la realidad atento a la evolución de las relaciones entre EE.UU., URSS, China y Europa toda- tendrá entre otros efectos perniciosos el volcar simpatías a favor de la subversión de elementos de centroizquierda o de la izquierda que se encuentran dentro del sistema".
Casi al final, en cuanto a los cursos de acción para la segunda fase, el trabajo aconsejaba: "Las Fuerzas Armadas deben gobernar sin partidos políticos, pero no sin hombres políticos". Y se inclinaba por la "instituir el Consejo de Estado para conformar un centro de elaboración de programas, pautas, ideas y cursos de acción".
No es el momento de evaluar este trabajo que pasó por las manos de los principales jefes de la estructura del Ejército. No es la finalidad de este trabajo, que sólo intenta relatar al lector la hoja de ruta que conduce al 24 de marzo de 1976. Pero, no se deben dejar de señalar algunas observaciones. Queda claro que el trabajo marca el espíritu de lo que dio en llamarse la línea blanda que, dentro del Proceso que se avecinaba, se oponía a la dura.
Los autores eran interlocutores de los mandos castrenses, pero los mandos militares no compartían sus secretos con los civiles. Y entre esos secretos estaba la red de directivas para combatir la subversión.
Al mejor estilo del jefe del Estado Mayor, Roberto Eduardo Viola, con su famoso "no es tan así", se podía declamar que en el futuro los únicos enemigos serían los corruptos y los subversivos, pero la realidad marcó que el abanico de los adversarios fue mucho más amplio.
Por último, los autores mantienen una significativa laguna en cuanto a la estructura de poder. Parece un trabajo para el Ejército, olvidándose que el poder pasaría, también, por la Armada y la Fuerza Aérea: la Junta Militar de Videla, Massera y Agosti.
De todas maneras, es de destacar el trabajo, porque quienes lo elaboraron llegaron al poder y dos años más tarde se retiraron. Algunos con daños físicos, patrimoniales y espirituales causados por los mismos sectores de las Fuerzas Armadas.
La intervención
El sábado 1 de noviembre de 1975, la Presidenta estaba en Chapadmal, donde conversó a solas con Lorenzo Miguel. Luego, se dirigió a Mar del Plata para participar en un congreso de dirigentes textiles.
En Buenos Aires, la investigación por el uso de los fondos de la Cruzada de Solidaridad avanzaba sin reparos. Ya estaban detenidos los ejecutivos de la empresa Rojas, propiedad de la familia del influyente Pedro Eladio Vázquez, pero que a los pocos días dejaría de ser el médico presidencial. En su lugar designaron a Aldo Calviño, quien fue citado de urgencia el domingo 2. Al llegar, revisó a la Presidenta, que presentaba un cuadro de agotamiento nervioso y deshidratación.
El lunes 3, a las 2.15, Isabel de Perón entró en la clínica Pequeña Compañía, de la calle San Martín de Tours, en Palermo. Como un signo de los tiempos que corrían, al entrar, el médico extendió una constancia de internación que dice:
"Bs. As., 3 de noviembre de 1975. Hora 2.15
La excelentísima señora presidenta de la Nación, Doña María Estela Martínez de Perón, ha sufrido en el día de la fecha un síndrome vesicular agudo, en mérito a lo cual ha sido internada en el Sanatorio de la Pequeña Compañía de María de la Capital Federal para su estudio y tratamiento. Aldo Alfredo Calviño."
En el reverso se puede leer un menú: "La Pequeña Compañía pone a disposición de los señores médicos la siguiente nómina de dietas para ser indicadas de acuerdo al diagnóstico", y seguidamente una degustación acorde con el paciente.
Meses más tarde, una cable cifrado 0114 (del 14 de enero de 1976) del embajador Robert Hill explicó que "Pedro Eladio Vázquez la había tenido a tanto nivel de drogas durante tanto tiempo que ella se estaba desintegrando mentalmente".
Alrededor de la habitación donde estaba Isabel de Perón se tendió un anillo de seguridad, donde sólo podían entrar los galenos, el ministro Aníbal Demarco y el secretario privado Julio González. Italo Luder se acercó al sanatorio, pero no pudo verla. De todas maneras, se le hizo avisar que esta vez la Presidenta no iba a delegar el mando. La falta de noticias -que administraban Demarco y González- era absoluta.
Ineficiencia
‘Última Clave’ (un semanario de circulación restringida cuyo director, Fernández Pondal, luego fue secuestrado y desaparecido durante el Proceso militar), del 6 de noviembre de 1975, observó a sus lectores: "María Estela, en los 308 días de 1975 que transcurren desde el 1 de enero hasta el 4 de noviembre, trabajó 138 días y descansó 170. El promedio arroja tres días de trabajo por semana, lo que no es precisamente un dechado de eficiencia."
Luego de tres días de internación, sin novedades, el país se mostraba sumergido en la confusión. Se hablaba de un golpe de Estado encabezado por González; el descabezamiento de los comandantes de las Fuerzas Armadas; renuncias de los ministros Ángel Robledo y Tomás Vottero, y cierre del Congreso e intervención a algunas provincias.
El jueves 6 de noviembre de 1975 fue una jornada saturada por los rumores. Reuniones de mandos y deliberación del Comité Central Confederal de la CGT para expresar la condena a quienes "con absoluto desprecio hacia los sentimientos populares pretenden vanamente lesionar la investidura de la excelentísima señora Presidenta de los argentinos, María Estela Martínez de Perón".
Por la tarde, se supo que la Presidenta presentaba un cuadro de mejoría y que "se están completando los estudios correspondientes; su estado de ánimo es óptimo".
También se informó que la señora de Perón había grabado un mensaje para la televisión.
El discurso fue emitido a medianoche. De su propia boca, la ciudadanía pudo conocer que "no he renunciado ni pienso renunciar".
Seguidamente, le avisó a la dirigencia que "no he solicitado licencia, ni lo haré. Ejerzo la plenitud de mi poder presidencial con cabal conocimiento de los hechos que ocurren y de las medidas de gobierno que normalmente ejerzo".
Más adelante, informó: "El país sufre una agresión interna y externa del terrorismo periodístico y de rumores difamatorios".
Desde otra vereda, la Iglesia hizo oír su voz a través del arzobispo de Santa Fe, monseñor Vicente Zaspe. "La Patria requiere serenidad" fue el título de su documento, en el que expresaba, entre otros conceptos: "La muerte ha destrozado familias, instituciones, partidos, sectores; han muerto muchachos, chicas, militares, marinos, sindicalistas, sacerdotes, jueces, niños, gente pobre, rica, de la ciudad, del interior. Hemos colmado las cárceles y los cementerios... hemos rebasado la medida del dolor, del odio y del sufrimiento."
El miércoles 12, en La Plata, desde el balcón de la gobernación y ante una numerosa concurrencia, el gobernador Victorio Calabró pronunció un encendido discurso. Apuntó sus críticas al verticalismo (los trató de lopezreguistas) y a la conducción de Lorenzo Miguel.
El jueves 13 de noviembre, a las 22.30, la Presidenta abandonó el sanatorio. En las horas siguientes, una delegación del consejo nacional del justicialismo, encabezada por el sindicalista del Seguro, José Genaro Báez, llegó a Olivos con la intención de conversar con la Presidenta. Julio González se encargó de rechazarlos: "La señora Presidenta no los va a recibir".
Volvieron el martes 18, la señora de Perón los recibió. Una vez frente a ella, Báez le dijo: "Señora, échelo a ese González".
Isabel permaneció en silencio, semanas después sería Báez el expulsado de un cargo partidario.
Su primera salida pública fue a Villa Lugano para visitar a Lorenzo Miguel y su familia.
En una clara señal política, luego se dirigieron a Rutasol, el campo de recreo de la Unión Obrera Metalúrgica. El miércoles 26, Isabel de Perón retornó a la Casa Rosada.
"Hay que terminar con la orgía de los aumentos salariales", reclamó la CGT.
"La destrucción, tanto de las instituciones como de los pueblos, comienza por la cabeza, al igual que el pescado... así no llegaremos a 1977, sino ni siquiera a 1976", expresó el diputado nacional justicialista Carlos Palacios Deheza.
"La Armada empezó a planificar a fines de octubre o principios de noviembre de 1975 cómo tenía que ser el gobierno militar próximo, cuando se terminara de caer toda la estantería. Con el convencimiento de que no podía volver a ocurrir lo de siempre (que lo manejara nada más que el Ejército), la Armada comenzó a redactar el famoso Estatuto donde ponía una serie de limitaciones: por ejemplo, que ningún comandante en jefe podía durar más de tres años en el cargo... se creaba una Junta Militar por encima del presidente que tenía que cumplir las órdenes de la Junta."
Se pusieron en marcha los engranajes del Operativo Aries (nombre que sugirió el Ejército). Comenzaron a prepararse las carpetas del ‘gabinete en las sombras’.
"Se trabajó bajo un absoluto secreto13: a puertas cerradas, generales, almirantes, brigadieres, alrededor de la mesa de trabajo, elaboraban los planes, escribían a máquina y los traducían a lenguaje cifrado. Todo, absolutamente todo, llegó cifrado a los comandantes de cuerpo, se prescindió de escribientes y hasta de ordenanzas."
En los meses siguientes, los equipos de trabajo se ampliaron con oficiales más modernos. Por Ejército, por ejemplo, trabajaron Carlos Dalla Tea, Miguel Mallea Gil, Llamil Reston, Antonio Llamas y Carlos Cerdá.
En noviembre de 1975, el mundo seguía funcionado: el miércoles 19, muerto ‘el Caudillo’, asume en España don Juan Carlos de Borbón y Borbón. Francisco Franco dejó un país armado económicamente, pero en gran medida aislado del mundo. También, en noviembre, en la playa de Ostia, Italia, fue asesinado el director de cine italiano Pier Paolo Pasolini. Y el británico Elton John llegaba al top de las listas con su famoso ‘Island girl’.
Pocas semanas antes del golpe en Chile (11 de setiembre de 1973), el ex candidato a presidente y dirigente de la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic, pronunció una sentencia frente al drama que se avecinaba en su país. Esas mismas palabras, son, en este caso, adaptables para la Argentina de diciembre de 1975: "Sería injusto negar que la responsabilidad de algunos es mayor que la de otros, pero unos más, y otros menos, entre todos estamos empujando a la democracia chilena al matadero. Como en las tragedias del teatro griego, todos saben lo que va a ocurrir, todos dicen no querer que ocurra, pero cada cual hace precisamente lo necesario para que suceda la desgracia que pretende evitar".
Tres hechos de características armadas inundaron la cronología argentina de diciembre, aportando sus cuotas de dramatismo y conmoción. La guerra civil de la que hablaban unos y otros estaba en su momento culminante:
1) el 3 de diciembre son asesinados el general de Brigada (R) Jorge Esteban Cáceres Monié y su esposa;
2) el 18 se produce una sublevación en el seno de la Fuerza Aérea; y
3) el 23 es asaltado el Batallón de Arsenales 601 Domingo Viejobueno.
Anticipo y cacerola
El miércoles 3 de diciembre, cerca de las 19, cuando estaba por atravesar en balsa el arroyo Las Conchas para dirigirse a Paraná, Entre Ríos, la camioneta que manejaba el general (R) Jorge Cáceres Monié fue embestida violentamente por un vehículo en el que se desplazaban cinco personas.
Aprovechando la sorpresa, el comando de Montoneros atacó con armas de fuego al conductor y a su esposa, Beatriz Isabel Sasiaiñ (hermana del general Juan Sasiaiñ).
Ambos quedaron seriamente heridos. El militar fue sacado de la camioneta y rematado en el piso por Tulio Tucho’ Valenzuela, jefe del grupo, y una mujer, ‘Julia’.
Luego, huyeron en otro auto de apoyo y la camioneta del militar asesinado, en cuyo interior aún se encontraba la esposa moribunda. Tras recorrer aproximadamente 15 kilómetros, la mujer es arrojada en una zanja donde al día siguiente fue encontrada muerta. La idea de Montoneros era provocar una conmoción a nivel nacional. Lo lograron.
Antes, los terroristas habían desestimado la Operación Otitis que consistía en el asesinato de Raúl Ottalagano, ex rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Ottalagano no se desprendía de sus custodios, Cáceres Monié siempre iba solo.
En las horas siguientes, Paraná fue llenándose de militares. Unos participaban en operativos, otros concurrían a despedir a Cáceres Monié. El velatorio fue testigo de momentos de tensión: el teniente general Jorge Rafael Videla, al observar la presencia del mandatario entrerriano, Enrique Tomás Cresto, se acercó, le extendió la mano y le dijo: "Usted es un hijo de puta".
"Usted también", fue la respuesta de Cresto.
El general Luciano Jáuregui, comandante de la Brigada II Blindada, pronunció el discurso de homenaje:
"Este Ejército es el producto del coraje de un pueblo que quiso ser libre, peleó y ganó su libertad, y está dispuesto a seguir siendo libre. No duden los argentinos: el triunfo será nuestro, pese a los indiferentes, indecisos, especuladores, cobardes, los que juegan con el país mientras otros juegan su vida por la Patria".
El boletín de la organización Montoneros, ‘Evita Montonera’ Nº 10, informó:
"Un pelotón de Montoneros ejecutó al general Cáceres Monié, ex jefe de Policía de la dictadura militar de Lanusse, ex comandante del II Cuerpo de Ejército y torturador".
Tras los años pudo saberse que Tulio "Tucho" Valenzuela16 fue el jefe del pelotón y principal ejecutor. También participaron Carlos María Ciriaco Fernández, Enrique Caire e Isauro César Santiago Argüello. Con el tiempo, los miembros del pelotón y sus colaboradores terminaron muertos.
Detalles:
‘Julia’ o ‘Liza’ se llamaba Mabel Lucía Fontana de la Blunda.
Edgard Tulio Valenzuela también era conocido en "la orga" como ‘Marcos’.
Isauro César Argüello usaba como nombres de guerra ‘Santiago’, ‘Morocho’, ‘Mateo’, o ‘Juan Domingo’.
María de las Mercedes Fleytas de Argüello era ‘Julieta’.
Según informes de inteligencia militar, todos fueron abatidos en Córdoba el 22 de setiembre de 1979, al costo de la vida del sargento 1ro., Rosario Elpidio Tejeda, miembro del Destacamento de Inteligencia 141.
En circunstancias de la investigación por el asesinato del matrimonio Cáceres Monié, el 25 de diciembre de 1975 cayeron:
‘Ernesto’ Carlos José María Fernández Vidal,
‘Pacho’ Juan Alberto Osuna,
‘Adolfo’ Omar Daría Amestoy,
‘Zulema’ María del Carmen Fettolini de Amestoy,
‘Perro’ o ‘Babacha’ Oscar Fernando Bravo, y
‘la Negra’ María Irma Ferreira.
La reacción no se hizo esperar. El senador mendocino Amadeo Frúgoli dijo: "Realmente, frente a tanta violencia, tanta sangre, confieso que me estoy quedando sin palabras". El presidente del bloque de senadores del radicalismo, Carlos Perette, afirmó: "Las Fuerzas Armadas están luchando para asegurar el estilo de vida de la Nación".
El domingo 7 de diciembre de 1975, en un sincronizado operativo que algún día merece conocerse, la inteligencia militar capturó a ‘Pedro’ Juan Eliseo Ledesma, jefe del estado mayor del ERP y organizador de un gran ataque que la organización terrorista planeaba realizar: el asalto al Batallón de Arsenales 601 Domingo Viejobueno. Ledesma fue llevado a un centro de detención.
Balbín y otros
Desde hacía varias semanas habían comenzado a trabajar los equipos de compatibilización del golpe, una suerte de gabinete en las sombras, siguiendo la actualidad de esos días.
También comenzaban a circular con profusión distintos trabajos de evaluación (que estaban inspirados por/o terminaban en las Fuerzas Armadas).
Con fecha martes 9 de diciembre, un trabajo de 12 carillas hace un relevamiento detallado de algunos sectores de la dirigencia.
El capítulo gremial desnuda el estado de descomposición del momento: "Diversos síntomas muestran una crisis estructural del sindicalismo argentino, a no largo plazo:
a) la falta de representatividad puesta de manifiesto en varios conflictos recientes;
b) (el)... resquebrajamiento de la actual conducción, sin recambio de dirigentes que oponer a los sectores clasistas; c) el accionar de las 'pesadas' gremiales, cuyas soluciones a los conflictos crean un alto costo político. Al respecto, cabe mencionar que los grupos armados de la UOM sufren una aguda crisis interna, configurada por: a) la lucha entre (Lorenzo) Miguel y (Victorio) Calabró, la que se transmite a los grupos armados;
c) la actitud anti-Miguel de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), eje de las 'pesadas' de la UOM;
d) la posibilidad de que las Fuerzas Armadas desarmen a estos grupos irregulares, como sucedió en la seccional Morón del gremio hace diez días, pese a la presencia del jefe nacional de seguridad de la UOM, teniente coronel (R) Antonio Navarro; y
e) El incidente que costó la vida a dos agentes de la Policía de Buenos Aires".
El informe detallaba los trámites para acordar un encuentro entre la cúpula de la dirigencia sindical con los tres comandantes generales de las FF.AA. La idea era mejorar la relación del sindicalismo con los militares.
El elegido para buscar el contacto fue el ministro Antonio Cafiero.
El informe, también, trataba sobre una cumbre radical, realizada el miércoles 3 de diciembre, con la asistencia de Ricardo Balbín para "cambiar ideas acerca de los candidatos para las elecciones de 1976... La reelección de Balbín fue el criterio que primó, más difuso apareció el segundo puesto de la fórmula, aunque se insinuó el nombre de (Fernando) De la Rúa. Quizá no sea casual que en la inauguración del comité radical de La Boca, el próximo miércoles 10, los oradores de fondo sean Ricardo Balbín y Fernando de la Rúa".
También habló Carlos Bello, organizador del evento17. Luego, el análisis se extiende sobre una "crisis" en el Movimiento de Renovación y Cambio "agudizada quizá por la ausencia de (Raúl) Alfonsín en momentos críticos del proceso político argentino. El alfonsinismo del interior, encabezado por Conrado Storani, se ubica en una posición dura frente al gobierno, exigiendo el juicio político (a Isabel de Perón), a la vez que adopta una actitud intransigente frente al accionar militar contra la subversión y sus consecuencias políticas. Estas tesis se reflejaron en el congreso de Renovación y Cambio de Capital, realizado ese fin de semana. (...) el alfonsinismo bonaerense, más ligado al dirigente de Chascomús, se ubica en posiciones más moderadas, más próximas al balbinismo".
También, los argentinos de ese entonces no tenían límites para el disparate: "El Partido Comunista (desea) tomar contacto directo con el ex presidente (Alejandro) Lanusse”. Es que la declaración del nombrado, con motivo del lanzamiento de su candidatura, donde caracteriza al fascismo como enemigo principal, tuvo muy buena acogida en las filas comunistas que lo mencionan como "un militar democrático". El analista prevé que Lanusse pueda encabezar un frente de centroizquierda, similar al de Líber Seregni en Uruguay.
Aborto aéreo
En esos días, el ministro de Economía analizaba un viaje al exterior. Un destino era Jamaica, a la reunión del Fondo Monetario Internacional, y el otro era Caracas, para firmar un convenio con el presidente Carlos Andrés Pérez.
Observando el panorama nacional, Cafiero decidió no estar tanto tiempo ausente de la Argentina. El viernes 12 de diciembre, antes de partir declaró: "El libro de pases interministeriales está cerrado y ya se está jugando el campeonato".
En la capital venezolana firmó tratados comerciales, pero no logró colocar bonos externos de la República Argentina. El lunes 15 emprendieron vuelo a Buenos Aires.
En el trayecto, el capitán de Aerolíneas Argentinas se acercó al ministro y su delegación, y les informó que Isabel de Perón terminaba de solicitar la renuncia de todo el gabinete, aceptando las de cuatro ministros.
Siguieron en sus cargos Antonio Cafiero (Economía), Carlos Ruckauf (Trabajo), Aníbal Demarco (Bienestar Social) y Pedro Arrighi (Educación).
Un analista afirmó que Lorenzo Miguel hubiera preferido otro perfil de gabinete, con Miguel Unamuno (Interior), Juan José Taccone (Bienestar Social), Cafiero (Relaciones Exteriores), Roberto García (Trabajo) y Guido Di Tella (Economía).
Perdieron Miguel y Ángel Robledo por negarse a intervenir Buenos Aires. Ganaron Julio González y Raúl Lastiri, que en esos días trabaron una alianza para afianzar el verticalismo a la Presidenta.
El jueves 18 de diciembre, a las 7 y 20 de la mañana, el comandante general de la Fuerza Aérea, brigadier Héctor Luis Fautario, fue detenido en el Aeroparque en momentos de salir de viaje a Córdoba.
Los vuelos comerciales fueron suspendidos y la zona fue acordonada por efectivos de la fuerza. El centro de la rebelión estaba en la base de Morón, asiento de la Séptima Brigada Aérea, donde el jefe sublevado, brigadier Jesús Orlando Capellini, había constituido el Comando Cóndor Azul en Operaciones.
Con las horas, lo que parecía ser un problema interno en la aeronáutica pasó a convertirse en un movimiento contra el gobierno. Aviones de guerra sobrevolaron la Capital (y la Casa Rosada) arrojando volantes en cuyos textos resolvían dar por "totalmente agotado el actual proceso político que ha devastado al país y desconocer a las autoridades que detentan al Gobierno nacional".
Más tarde, otro comunicado expresó: "Requerir que el comandante general del Ejército asuma en nombre de las Fuerzas Armadas la conducción del gobierno nacional como un deber ineludible con la Patria".
Jorge Rafael Videla, que se encontraba en esas horas en Venezuela, respondió poco antes de retornar a Buenos Aires: "La esperanza del Ejército es que el pueblo argentino, mediante consultas electorales, resuelva sus problemas".
Las elecciones generales habían sido prometidas por el gobierno para el último trimestre de 1976. Hasta había una fecha límite: domingo 17 de octubre de 1976, el Día de la Lealtad.
Frente a la convocatoria, el jefe radical comentó: "Se ha elegido una fecha agresiva. No tienen derecho de haberlo hecho. Me siento ofendido en lo personal".
Frente a las protestas del arco político opositor, después la fecha fue cambiada. La noche del jueves 18, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) anunció su separación del Frente Justicialista de Liberación, del que había formado parte en los últimos tres años. La crisis aeronáutica recién terminó el martes 23 de diciembre. Héctor Fautario pasó a retiro y asumió como comandante el brigadier Orlando Ramón Agosti.
"La guerra en el país", fue el título de tapa de la revista ‘Cuestionario’, dirigida por Rodolfo Terragno.
En apenas cuatro líneas de texto radiografió una sensación de la época: "... el putsch de la Aeronáutica vino a poner de relieve algo que se sabía desde mucho tiempo atrás: la cúpula militar no está dispuesta a deponer al gobierno, pero tampoco a desatar un enfrentamiento interno para defenderlo".
Finalizó la crisis de la Fuerza Aérea, pero, como una película pasada a alta velocidad, comenzaba otro drama. El mismo martes 23, el PRT-ERP atacó el Batallón Depósito de Arsenales 601 Domingo Viejobueno, importante unidad logística ubicada en las cercanías de Monte Chingolo.
Los jefes del comando táctico se instalaron lejos del campo de batalla, en Perú y Cochabamba, pleno corazón de San Telmo. Intervino el Batallón José de San Martín, integrado por efectivos de las compañías Héroes de Trelew, Juan de Olivera, José Luis Castrogiovanni, Guillermo Pérez y elementos movilizados desde Córdoba y Tucumán.
Miembros de Montoneros colaboraron en tareas de distracción y contención. El objetivo fue apoderarse de 20 toneladas de materiales de guerra para poder conformar un ejército altamente calificado. Intervinieron en el ataque cerca de 180 combatientes, aunque si se cuentan los efectivos que dieron apoyo, se llega a más de 250.
Los detalles del combate han sido analizados con profundidad y profesionalismo por algunos autores militares. Hay innumerables textos al respecto.
Aquí, sólo se reseñará la evaluación que hizo el ERP de la derrota y algunos detalles desconocidos hasta ahora.
En Monte Chingolo murieron más personas que en el Combate de San Lorenzo del 3 de febrero de 1813. En ésta, los realistas perdieron "dos cañones, una bandera, 50 fusiles, 40 muertos y 14 prisioneros". Los granaderos, conducidos por el general José de San Martín, "tuvieron 27 heridos y 15 muertos".
En Monte Chingolo, las fuerzas del Ejército y seguridad tuvieron: 2 oficiales, un suboficial, 3 soldados muertos y 17 heridos (8 de la Policía Federal y 9 de la Policía de Buenos Aires). El terrorismo dejó en el campo de batalla y sus alrededores 62 muertos y 25 heridos. Se desconocen los desaparecidos.
La evaluación que hizo el Buró Político del PRT-ERP, el viernes 26 de diciembre de 1975, tras la derrota, fue entre otros puntos:
a) la mayor gravedad consistió en la violación del principio del secreto;
b) el Ejército explotó con su trabajo de Inteligencia este flanco débil, lo que permitió esperar el ataque en estado de alerta y con su defensa reforzada;
c) conocimiento de un alerta en los cuarteles ante un posible ataque;
d) subestimación del enemigo y déficit en la técnica militar.
Políticamente, el ERP consideró que fue una demostración del poder operativo, a nivel nacional e internacional. Cuando se habla de pérdida de poder de sorpresa, secreto y el estado de alerta, se está mencionando a la inteligencia militar y sus agentes.
Aquí dos de ellos.
De Tortolo a Quieto
Un informe reservado, con fecha 15 de diciembre de 1975, informó que "Lorenzo Miguel juega a 'heredar a Isabel' ... su figura política es el ministro de Economía, quien sería su candidato electoral. En la lucha interna del peronismo, plantean la reunificación del bloque de diputados nacionales, pero se mantienen firmes en la intervención a Buenos Aires. En algunos meses plantearían a las Fuerzas Armadas la necesidad de postergar las elecciones, por lo menos hasta marzo de 1977, para poder concluir el ciclo económico de 1976, que presenta perspectivas de recuperación...".
En lo que atañe al entorno presidencial, el informe sostiene que maneja dos alternativas: "Defender a toda costa la imagen presidencial, para jugar a la reelección de Isabel. En esta posición están figuras como Aníbal Demarco y Ernesto Corvalán Nanclares".
La otra alternativa era: "Provocar el golpe militar, en el momento en que al entorno le convenga, buscando una jugada en el campo militar, que aísle a las Fuerzas Armadas en su reacción. Esta estrategia sería ideada por (José) López Rega. Hacia las Fuerzas Armadas, planteó la alternativa de la 'bordaberrización' -ya fracasada-, impulsada por Julio González hace unas semanas".
El miércoles 17 de diciembre, son asesinados por Montoneros el intendente de San Martín, Alberto Campos, su subsecretario y el chofer.
Una semana más tarde, 24 de diciembre, con uniforme de combate, el teniente general Videla pronunció un discurso en Tucumán: "El Ejército Argentino, con el justo derecho que le concede la cuota de sangre derramada de sus hijos, héroes y mártires, reclama con angustia pero también con firmeza una inmediata toma de conciencia para definir posiciones. La inmoralidad y la corrupción deben ser adecuadamente sancionadas. La especulación política e ideológica deben dejar de ser medios utilizados por grupos de aventureros para lograr sus fines".
Ese mismo día, el Partido Auténtico, brazo político de Montoneros, fue declarado ilegal.
El lunes 29 de diciembre de 1975, el vicario castrense, monseñor Servando Tortolo, visitó a Isabel de Perón. Conversaron a solas. En la ocasión "le habría transmitido a la Señora de Perón la insistencia de los tres comandantes en jefe para que ella se alejara del poder. A su vez, ella indicó su voluntad de cambiar su gabinete, liberarse de su secretario privado, Julio González, y del dirigente del sindicalismo Lorenzo Miguel, pero insistió en que debía seguir al mando del Ejecutivo sin ninguna condición restrictiva. Los tres comandantes en jefe replicaron, a través de Tortolo, que su propia remoción del poder era el único punto no negociable". (Informe Nº 08456 de la Embajada de los Estados Unidos.)
Un día antes (martes 28), trasciende que fue detenido ‘el Negro’ Roberto Quieto. Junto con Mario Eduardo Firmenich, era uno de los jefes de Montoneros más conocidos. Importa cerrar este capítulo con una reseña particular sobre este montonero, quizás un símbolo de ese movimiento. Veamos estos apuntes:
El 3 de enero de 1966 se realizó en La Habana, por impulso del Partido Comunista de Cuba, la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, Africa y América Latina (Ospaaal), denominada comúnmente ‘La Tricontinental’, que fue presidida por Salvador María Allende Gossens -luego presidente de Chile-, donde concurrieron 483 representantes de 82 países (27 latinoamericanos).
El delegado ‘oficial’ argentino fue John William Cooke. En el discurso de clausura, el 15 de enero, Fidel Castro dijo, entre otras cosas: "En muchas naciones de América latina se dan las condiciones para la lucha armada revolucionaria... nosotros creemos que en este continente o en casi todos los pueblos, la lucha asumirá las formas más violentas. Y cuando se sabe eso, lo único correcto es prepararse para cuando esa lucha llegue: ¡A prepararse!".
Al año siguiente, en La Habana, entre el 31 de julio y el 10 de agosto de 1967, con la ‘presidencia honoraria’ de Ernesto Che Guevara23, se realizó la primera conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). La ‘cumbre’, cuyas deliberaciones se realizaron en el Teatro Chaplin, produjo varios documentos y en su Declaración General dijo: "El primer objetivo de la revolución popular en el continente es la toma del Poder mediante la destrucción del aparato burocrático-militar del Estado y su reemplazo por el pueblo armado para cambiar el régimen social y económico existente. Dicho objetivo sólo es alcanzable a través de la lucha armada. La guerra de guerrillas, como genuina expresión de la lucha armada popular, es el método más eficaz y la forma más adecuada para librar y desarrollar la guerra revolucionaria en la mayoría de nuestros países y, consiguientemente, en escala continental".
En su parte resolutiva, la Declaración Final tenía 20 puntos en forma de proclama. Resumimos algunos de ellos que son demostrativos de su contenido:
1ro.- Constituye un derecho y un deber de los pueblos de América Latina hacer la revolución.
5to.- La lucha revolucionaria es la línea fundamental de la revolución en América Latina.
6to.- Todas las demás formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo fundamental, que es la lucha armada.
El cierre de la reunión fue el 10 de agosto. Lo hizo Fidel Castro con discurso incendiario. Entre los argentinos presentes, estaban el abogado John W. Cooke, que ya vivía en La Habana; Juan García Elorrio, que publicara la revista ‘Cristianismo y Revolución’, aceptada por los jóvenes ‘tercermundistas’, Joe Baxter, Norma Arrostito, Fernando Abal Medina, Roberto Quieto (había hecho su paso por la Federación Juvenil Comunista), Jorge y Arturo Lewinger, y algunos otros provenientes del socialismo y del trotskismo.
La rama latinoamericana de la Ospaaal -es decir la OLAS- crea el Ejército de Liberación Nacional (ELN), dividido por sectores (urbanos y rurales). A la Argentina le asignaron los sectores 1, 2 y 8. El sector 1 (con el PRT, primero trotskista, luego castroguevarista con el PRT-ERP).
El sector 2 (en esa época maoísta, luego divididos en marxistas abiertos como las FAL o ‘entristas’ en el peronismo como las FAR). Y el sector 8 (castristas ‘entristas’ -FAP, Descamisados, Peronismo Revolucionario, cristianos revolucionarios y el Partido Comunista Revolucionario, la mayoría terminan en Montoneros).
Las FAR fueron adiestradas en Cuba en 1967, y su jefe era el paraguayo José Carlos Eduardo Enrique Olmedo.
Como subjefe aparecía Lucio Marcos Osatinsky Schlossberg, sucedido al caer en el Combate de Ferreira por ‘el Negro’ Quieto.
Otros miembros instruidos en Cuba fueron:
‘Kika’, ‘Jenny’ o ‘Marie’ Sara Solarz de Osatinsky,
‘Chacho’, ‘Gaucho’ o ‘Chachovsky’ Arturo Lewinger Weinreb y su hermano Jorge Omar ‘Francés’,
‘mayor Josecito’ (en homenaje a Olmedo) y los psiquiatras Antonio Caparrós (español) y Marta Rosenberg.
Olmedo fue el que desarrolló la estrategia ’entrista’: la identidad política del proceso revolucionario requería en la Argentina una formación social de naturaleza nacionalista-popular-revolucionaria. Y el movimiento político y social que lo expresaba era el peronismo. Así se explica, sucintamente, la fusión de Montoneros con las FAR, el 12 de octubre de 1973.
Las FAR comenzaron a hacer experiencias armadas a partir de la visita de Nelson Rockefeller a Buenos Aires (26 Jun. 69), haciendo explotar bombas incendiarias en 17 supermercados Minimax. Hechos en los que tomó parte Emilio Jáuregui Pinedo (sobrino nieto del dirigente conservador Federico Pinedo. Fue abatido por la Policía en la zona de Once en 197025). Dos meses después, planifican y ejecutan el asalto del Banco de Quilmes. Posteriormente, fracasan al intentar volar el Destacamento Policial General Güemes. Estas experiencias ponen de manifiesto las "condiciones operativas" de Roberto Quieto.
Al morir el boliviano Inti Peredo (9 setiembre de 1969), desde Cuba se ordenó que los tres sectores que componían el ELN debían concurrir a Bolivia, para continuar el mantenimiento del ‘foco’. Los tres sectores discuten esa orden y sostienen que la estrategia ‘foquista’, para la toma del poder en la Argentina, se debe desarrollar en el ámbito urbano. En consecuencia, se desvinculan del ELN y, en el caso del sector 2, deciden fundar las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
El 30 de julio de 1970, el nombre de las FAR adquiere estado público, con la toma de la localidad de Garín. Más de 40 terroristas ocupan durante 45 minutos esta localidad.
Entre ellos, se encontraba ‘Paco’, ‘Jordán’ u ‘Ortiz’ Francisco Reinaldo Urondo, el poeta. En la acción asesinaron a un policía (Néstor Sulling) y una mujer. Cuando pasa a ser conocido, Quieto comienza a manifestar su faceta donjuanesca.
‘El Negro’ Quieto estaba casado y resolvió ‘separarse’ de su mujer como una medida de seguridad. Ella vivía con sus hijos como separada. Pero la relación se mantenía.
Por lo tanto, periódicamente concurría a pernoctar a su casa. Pese a esto, no le guardaba ‘ausencia’. Hasta ahí esto podría ser una característica banal que no hace al drama terrorista.
Pero las infidelidades de Quieto se volcarían dentro del grupo, sin tener en cuenta si la elegida era o no compañera de otro miembro de ‘la orga’.
Una de sus conquistas se hizo más estable, a costa del terrorista que era el esposo sin que nadie de las FAR conociera esa situación. El hábito de pernoctar con su esposa ‘separada’ hizo que a mediados de 1971, elementos de inteligencia militar que contaban con un infiltrado coordinaran con la Policía esperarlo en la Plaza de Urquiza, frente a la casa de la esposa. Se sabía que esa noche iría. Se lo esperó para detenerlo en el momento en que saliera de la finca.
Ese día, Quieto permaneció hasta más de las 10 de la mañana y cuando salió fue detenido. Siguiendo su hábito -que repetiría en las otras dos detenciones que sufrió- comenzó a gritar su nombre y que lo detenían. Fue juzgado, condenado y remitido a la U6 (Rawson).
En el juicio revolucionario que le hace Montoneros (1977) cuando lo procesa por ‘delación’, se afirma que a mediados de 1971, Quieto violó normas de las FAR al mantener relaciones con una compañera, ocultándolo a los integrantes de la organización (entre los cuales estaba el esposo de ella).
Pero al ser detenido, se conoce esta situación, y la ‘compañera’ es ‘despromovida’’ en varios niveles. El causante sólo fue criticado. Como no fue sancionado, aún detenido, mantuvo el nivel de líder en las FAR y en la fuga de Rawson (1972), es elegido entre los 6 cabezas de los grupos intervinientes, junto con Marcos Osatinsky.
Luego de la fuga, se exilió en Cuba y posteriormente retorna al país, como N° 1 de las FAR. El 12 de octubre de 1973, en Córdoba, las FAR se fusionaron con Montoneros y se las arregla para adquirir presencia pública figurando como integrando una pareja política con ‘Pepe’ Mario Firmenich. La relación con su esposa no se estabiliza.
Reaparecen situaciones conflictivas en 1973, hasta que decide la separación definitiva, hecho que es avalado por la organización por suponerlo cierto. Pero en la investigación que sucede a su caída se pone en evidencia que aún se mantenía.
Cuenta Firmenich: "Se dio un proceso de fusión en la medida que se manifestaba mayor afinidad política. El máximo referente de las FAR era Roberto Quieto. Por ser el número uno de la FAR aparecíamos bastante en público juntos porque hubo un proceso de integración política antes de la fusión en donde al no haber una organización unificada, la representación pública se hacía bicéfala, por decirlo así: cada uno representaba su propia posición. Pero Roberto Quieto tuvo una significación política importante en los años 73/74".
En enero de 1975, Roberto Quieto -número dos de Montoneros, detrás de Firmenich y delante de Perdía-, comenzó a planificar con ‘el Pingulis’ Hobert, quien después se desvinculó de la operación, el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born, herederos de una parte sustancial de las acciones del holding Bunge y Born, el grupo económico internacional más grande del Hemisferio Sur. Se la denominó Operación Mellizas.
‘El Negro’ Quieto quedó al mando de la operación y eligió como segundo a ‘Quique’ Miranda, secretario militar de la Columna Norte, quien se encargó de la construcción de una "cárcel del pueblo", de dos subsuelos, bajo una pinturería en Martínez, Buenos Aires. Roberto Quieto, entre agosto de 1974 y mayo de 1975, tomó a su cargo la vinculación con David Graiver. Se reunió varias veces con el banquero en una quinta de San Isidro.
En uno de esos encuentros, el jefe montonero ofreció a Graiver entregarle como inversión US$ 14 millones del total obtenido de Bunge y Born. El empresario aceptó de inmediato, ofertando una tasa de 9,5% anual de interés. Desde mediados de agosto de 1975, Quieto y Firmenich van manifestando diferencias. Firmenich comienza a limitarlo. Es así que a fines de setiembre Quieto no es asignado para la planificación del ataque al Regimiento 17 de Formosa.
El sábado 4 de octubre de 1975, se reúne la conducción nacional de Montoneros.
Roberto Quieto solicitó alejarse de la organización por problemas políticos y personales. Se le negó la autorización y es bajado del nivel 2 al 3. Como una premonición, en esta reunión se aprueba el Código de Justicia Revolucionaria.
El 5 de octubre se realiza el ataque al Regimiento de Formosa. En diciembre, a despecho de estar iniciando una nueva relación de pareja dentro de la organización, Quieto estaba reconsiderando la posibilidad de volver a unirse con su esposa. Ponía a los hijos como pretexto o justificación de su conducta.
El jueves 28 de diciembre de 1975, Roberto Quieto concurre a la playa La Grande, en Martínez, Buenos Aires, con 13 miembros de su familia: la madre, los hermanos, la esposa y los hijos.
‘Alguien’ lo reconoce y es detenido en la playa. Al verse rodeado y apuntado por armas, Roberto Quieto exige, delante de sus familiares, la identificación de los policías y ofrece identificarse él mismo (con sus documentos falsos).
El diálogo se prolongó por varios minutos, durante los cuales, Quieto no realiza ningún intento de resistencia, se mantiene calmo y calma a su esposa, que intenta aprovechar la presencia de bastante público.
Finalmente, uno de los miembros del grupo se acredita como oficial de la Policía Federal, acercan un vehículo e introducen a Quieto en él. Este sólo ofrece una resistencia pasiva aferrándose a un árbol hasta que es golpeado con las culatas y es empujado al interior del vehículo. Eran las 19.30.
Inmediatamente, su esposa, Alicia Beatriz Testai, y la conducción de Montoneros lanzan una campaña especial de denuncia con declaraciones, pintadas y actos relámpago. A la campaña adhieren Alain Touraine, Paco Ibáñez, Francois Mitterrand y Jean Paul Sartre, entre otros. No pasan 24 horas cuando todos tienen la certeza de que ‘el Negro’ Quieto había claudicado. Montoneros concluye que lo hizo bajo tortura. Sin embargo, en ese corto tiempo, posiblemente es el primer terrorista del cual se conozca su disposición para entregar información en menos de un día.
Esto hace que la conducción ordene detener la campaña de reivindicación y la transforme en denuncia contra la ‘represión’.
Al otro día, son allanados dos locales de Montoneros, un local de funcionamiento de la conducción nacional y un depósito de gran capacidad previsto también como cárcel del pueblo, en el Gran Buenos Aires, que no contenía ningún prisionero, pero sí una importante cantidad de material logístico (armas, explosivos, municiones). Ambos locales eran conocidos por Quieto y estaban en uso, siendo de vital importancia para la organización. Entre los últimos días de diciembre y los primeros de enero, son allanados en Córdoba los siguientes lugares:
> Una ex casa de Roberto Quieto, ya desocupada, pero que trajo como consecuencia la identificación de un montonero que fue detenido días después.
> Una casa con local de Conducción Nacional, momentáneamente deshabitada, con un depósito secreto que fue abierto, donde se encontraron 19 pistolas, 10 granadas y 2 escopetas. Esta caída determinó la clandestinidad de varios terroristas.
> Otro local de funcionamiento de la Conducción Nacional. Según la organización, esto originó la desaparición de un montonero aspirante que viajó el 29 de diciembre a ese local, y luego no se supo más de él.
> Un negocio de funcionamiento de la Conducción Nacional. Este lugar sólo era conocido por los miembros más conspicuos de la conducción, uno de los cuales era Quieto y como fue ocupado en los primeros días del mes de enero de 1976, tuvo como consecuencia el secuestro de un colaborador que no cumplió con la orden de abandonarlo.
La casa de familia de un colaborador de Montoneros, lo que tuvo como consecuencia la detención de éste y de su esposa.
Frente a los hechos, dijo Firmenich: "Tuvimos evidencia de delaciones de él durante la tortura. Cayeron casas conocidas por él. Y este fue un impacto político y emocional muy fuerte para nuestra fuerza. (...) Nuestra ideología tenía como un elemento significativo, importante, el tema del 'hombre nuevo'. No era sólo una sociedad nueva, un cambio de estructura, un cambio de marco jurídico o un mero cambio de propiedad de los medios de producción. Una sociedad nueva también culturalmente, espiritualmente ... de modo que la evidencia de un quiebre en la tortura de un cuadro de la jerarquía de Quieto ponía en crisis estos conceptos. Cómo era posible que aquel que tenía que ser el hombre nuevo pudiera cantar en la apertura. Este fue el problema".
Firmenich: "Nosotros establecimos a partir de ahí dos cosas: un juicio que, en ausencia de Quieto, tenía un valor realmente simbólico. Era un juicio que implicaba establecer jurisprudencia para la conducta ante la represión que se avecinaba. (...9 Quieto fue condenado por delación. Esto tenía el efecto de decir no admitimos la delación, no nos parece razonable que alguien delate, aunque las torturas puedan ser muy tremendas. Porque la delación es el verdadero óxido que destruye una organización clandestina. Si no existiera la posibilidad de la delación, no sería posible destruir una organización clandestina. Entonces a raíz de ese proceso decidimos establecer que los medios de conducción no tenían que ofrecer el margen de la delación en la tortura, porque por más que todos aspirábamos a ser 'hombres nuevos', ¿quién podía decir que no iba a ser Pedro para negar tres veces? Y allí fue que se estableció para los miembros de la conducción la obligatoriedad de la pastilla de cianuro, para no entregarse vivo. ¿Para qué la pastilla de cianuro? Porque uno podía estar armado y combatir, pero eso no garantiza que no caigas vivo. Todos tenemos un ejemplo muy claro: el Che Guevara fue capturado vivo, y si el Che Guevara fue capturado vivo, ¿quién podía garantizar que no? De modo que establecimos la pastilla de cianuro.Y esto fue un gran debate dentro de la organización. La conducción recibió una crítica de la organización, dado que establecía un privilegio para los miembros de la conducción. Estos, teniendo pastillas de cianuro, tenían el privilegio de no ir a la tortura y el resto de los militantes no tenía esos privilegios. Y allí fue entonces que se decidió generalizar la pastilla de cianuro para evitar la delación en la tortura."
En febrero de 1976, en juicio revolucionario, Montoneros condena al ‘Negro’ Roberto Quieto con degradación y muerte por su conducta liberal e individualista, deserción y delación. Hay infidencias y versiones sobre la conducta de Quieto en manos de sus enemigos. Sea cual fuere, y conociendo su peculiar personalidad, es seguro que negoció su vida a cambio de sus compañeros montoneros.
Según un telegrama de la Embajada de los EE.UU., Quieto estaba vivo un mes después (26 de enero de 1976), y estaba siendo interrogado mientras las autoridades militares decidían qué hacer con él. Se cree que el Ejército lo mantuvo con vida hasta 1978. Es notable que la Embajada de los EE.UU. tuviera noticias de su existencia un mes después. Y hay que percibir que la suposición de que vivía dos años después, según su hermano, abre grandes interrogantes sobre su destino.
Entre sus antecedentes poco recordados está su paso por el Estudio Mor Roig (Arturo Mor Roig fue asesinado por Montoneros en 1974, sólo por haber sido ministro del Interior de Alejandro Lanusse); su participación en el acto de homenaje a los "Héroes de Trelew" en las escalinatas del Congreso nacional junto a la cúpula del ERP y algunos legisladores de la Unión Cívica Radical (Montoneros los recordó en un acto en la cancha de Atlanta). El peronismo nunca olvidó su participación en el asesinato de José Ignacio Rucci (1973).
1975, un año imborrable. Salvo excepciones, al que la mayoría de los argentinos prefiere descartar.
Aunque los hinchas de River lo tienen en su memoria: el domingo 28, los millonarios le ganan a Rosario Central con goles de Luque y Reinaldi y el equipo sale campeón nacional, el segundo título en un año después de 18 años de maleficio.