Evolución del conocimiento sobre las Organizaciones Terroristas por parte del Estado Argentino
INTRODUCCIÓN.
El tema a tratar resulta muy interesante porque despeja una situación de gran importancia en el análisis de los acontecimientos de la Década del Setenta. El documento que se desarrolla a continuación contiene acontecimientos y procedimientos reales que muestran como resultó posible llegar concretamente al seno de las propias organizaciones terroristas. Esto demuestra una vez mas, que si bien las actividades de inteligencia juegan en todas las guerras un papel importante, cobran en el desarrollo de la Guerra Revolucionaria, tal vez ,el papel mas relevante. Ello es así, porque la propia naturaleza “clandestina de los hechos” que se desarrollan en un ambiente operacional que gira en los 360 grados, y en donde el enemigo flota en todos los espacios, impone necesariamente tener que disponer de una acertada información, como condición indispensable para el éxito.
ANTECEDENTES.
Cuando el terrorismo inicia en el país su accionar abierto, el desconocimiento sobre su existencia era casi total. Las estructuras de seguridad e inteligencia disponibles habían sido totalmente ineficientes para mantener actualizadas la situación en ese campo.
En ese sentido, resulta conveniente destacar una circunstancia no suficientemente valorada. Al comienzo de la década del 60 se produce la reestructuración del Ejército mientras era comandante el Teniente General Onganía. Una de sus resoluciones fue disponer que sus órganos de inteligencia no debían continuar efectuando investigaciones ni análisis sobre los factores internos, uno de ellos era el subversivo.
Desde el punto de vista doctrinario esa resolución no admitiría ninguna objeción pero, sin duda, los hechos demostraron que debiera haberse efectivizado después de haber desarrollado un organismo suficientemente calificado para cubrir ese flanco, que resultó quedar absolutamente expuesto.
Con posterioridad a estos hechos y ante la evolución de la actividad terrorista y ya ejerciendo la presidencia de facto el Tte. Gral. Lanusse vuelve a asignarse al Ejército la tarea de inteligencia contra-terrorismo.
Ello da origen a que se parta de un absoluto desconocimiento, frente al cual empiezan a surgir las principales incógnitas. Sin embargo, se continuaba a la zaga de los acontecimientos. La tarea era extremadamente compleja dado el elevado grado de compartimentación y de clandestinidad de las estructuras terroristas. Fue un muy largo y penoso proceso, donde varios agentes encubiertos perdieron la vida, pero que con el paso del tiempo proporcionó el grado de conocimiento para poder llegar a quebrar los aparatos militares de las organizaciones terroristas.
MEDIDAS ADOPTADAS.
Un caso que ejemplifica el éxito obtenido, es el valor definitorio de lograr infiltrar las organizaciones clandestinas terroristas. Vale aquí considerar el resultado exitoso referido al ataque del ERP a los cuarteles de Monte Chingolo.
En su momento se logra infiltrar el ERP en su aparato logístico. El agente encubierto (de cuya existencia el común de la gente toma conocimiento a partir del desarrollo del promocionado caso “Coppola”) era conocido como “el oso” dada su contextura física .
La acción de este agente comenzó en los niveles inferiores de la organización terrorista y logró sortear exitosamente las distintas exigencia y comprobaciones a que fue sometido para asegurar su lealtad. Una de estas comprobaciones, la básica e inicial, consistió en que el nuevo “recluta” debía producir un atentado contra un agente policial. Para ello “el oso”, que fue acompañado a la distancia por quienes efectuaban la comprobación, efectuó a corta distancia un disparo contra un agente policial.
El proyectil utilizado fue de fogueo y el agente policial -realmente era un agente secreto que vestía uniforme policial- cayo bañado en sangre que por supuesto era de utilería. Previamente a ello dicho agente policial estuvo, con conocimiento solo de determinados autoridades policiales, cubriendo uniformado “su parada “ durante varios días .
“El oso” había hecho el reconocimiento previo para efectuar el atentado y lo había puesto a consideración de sus superiores terroristas quienes efectuaron repetidas comprobaciones sobre las características y posibilidades de actuar sobre ese blanco, siendo autorizado para efectuar el operativo, advirtiendo que sería detalladamente vigilado por miembros de la organización para comprobar el hecho.
Como modo de corroborar la “realidad” del episodio, se tomaron los recaudos necesarios para que todos los medios de información publicaran el “asesinato” de este agente (noticia cotidiana en esa Època), incluso con su correspondiente oblituario.
Pasada esta comprobación, que por lo general, en sus características, era común para todas las bandas terroristas, “el oso” fue admitido como miembro pleno de la banda del ERP, pasando a integrar el aparato logístico. Esta ubicación le permitió al cabo de un tiempo intervenir en la distribución , a las distintas compañías que el ERP tenía desplegadas en todo el país , el numeroso armamento que había robado mediante ataques violentos a cuarteles militares y otros organismos de seguridad.
Una de las tantas incógnitas que debieron resolver quienes conducían las operaciones legales era el momento en que se debía operar contra la banda terrorista. En general la tendencia de los elementos operativos era actuar ante la evidencia de un blanco definido. Sin embargo lo importante era aprovechar la posibilidad de actuar sobre un “blanco” que fuera lo suficientemente rentable para obtener los mayores resultados posibles.
Al mismo tiempo era necesario que el área de inteligencia procurara por todos los medios preservar la infiltración en busca de algo realmente trascendente, a los efectos de evitar que se perdiera el importante elemento infiltrado sin haber obtenido resultados importantes. Prevaleció este criterio y es así como se logro un rédito de un valor sumamente importante.
Sobre esta base, se pudo obtener información sobre la distribución de armamento con la ubicación precisa de las distintas compañías del ERP que actuaban en el interior del país. Es así como se llega a disponer por anticipado y en todos sus detalles el plan de ataque que tenia preparado el ERP para el asalto al cuartel de Monte Chingolo. Un Batallón de Arsenales del Ejército que reunía en sus depósitos la mayor cantidad de materiales de la fuerza en ese entonces.
Obtenida la información, se procedió a realizar un minucioso estudio de la forma en que sería trasmitida y a quienes este operativo revolucionario. Se lo alertó al jefe de la Unidad, con la prohibición que tomara medidas que pudieran alertar al ERP, poniendo en evidencia que conocían sus planes. Esto fue necesario dado que ya se tenía la experiencia de la existencia de agentes - soldados - terroristas infiltrados en lo que ellos llamaban “el Ejército enemigo”. También se hizo conocer la situación al Comandante del Primer Cuerpo de Ejército y se le impartió una directiva secreta para el alistamiento de los medios, a suficiente distancia del objetivo, debiendo iniciar el movimiento de sus tropas una vez que fuera atacado el objetivo.
Un ejemplo claro del mantenimiento del secreto resultaba evidente dado que entre los muchos hechos ocurridos se destacaba el caso de la traición del soldado Invernice en el Comando de Sanidad del Ejército, donde perdiera la vida el Tcnl. Duarte Hardoy, segundo jefe del Regimiento Patricios.
No obstante que la unidad que iba a ser atacada no debía tomar ninguna medida que delatara la evidencia de algún aviso, se permitió, a requerimiento del jefe de la unidad a que este pernoctara en el cuartel la noche del ataque junto, con varios oficiales y algunos suboficiales.
Tal cual como había sido planificado el 23 de diciembre de 1975, en vísperas de la Navidad se libro el combate que desbarato de un modo definitivo la estructura urbana del ERP en una de sus operaciones mas importantes. A partir de allí, solo pudo persistir languideciendo en sus accionar en los montes tucumanos, hasta que tambiÈn allí fue aniquilado.
El éxito fue de tal magnitud que el propio “oso”, desobedeciendo expresas órdenes de que no tomara nuevamente contacto con la organización terrorista, distendió su seguridad, fue ubicado por los efectivos remanentes del ERP y asesinado (en sus términos ajusticiado), según se publicara en su órgano de difusión “Estrella Roja”.
PROCEDIMIENTO.
Este relato de los hechos deja claramente establecido el valor trascendente de una infiltración adecuadamente establecida. Muchos son los ejemplos de guerra que sobre hechos similares se pueden recoger a través de la historia, este, realizado bajo un gobierno constitucional resultó de una importancia vital para iniciar el “aniquilamiento legalmente ordenado de las organizaciones subversivas”.
Para completar el esquema de esta información cabría analizar los inconvenientes a superar para lograr una infiltración y poder tomar contacto con una organización subversiva que se mueve clandestinamente. Los hechos demostraron que uno de los caminos que resulto exitoso para lograr esa infiltración fue cuidadosamente analizado.
En primer lugar se conocía que las organizaciones terroristas estaban constituidas generalmente por elementos de buen nivel educacional, pero que en sus propias “autocríticas”, reclamaban que faltaban, en la proletarización de su personal, integrantes de la clase obrera.
En conocimiento de esa falencia y del deseo de las bandas terroristas de contar con adherentes del sector obrero, sectores de inteligencia legal iniciaron un operativo especial. Consistió en preparar un numero considerable de agentes encubiertos y hacerlos ingresar en distintos establecimientos fabriles. Allí debían representar el papel de manifiestos disconformes con la situación política-social, apareciendo como blancos potenciales entre los terroristas que buscaban reclutar adeptos dentro del sector obrero.
El procedimiento resultó positivo y se logró que varios de esos agentes fueran captados por las organizaciones terroristas y pasaran a integrar las bandas irregulares. Mediante su profesionalidad, su coraje y el manejo inteligente de los encargados de conducirlos desde las fuerzas legales, fueron “ascendiendo” en las estructuras terroristas y poder, de esa manera, obtener una mayor información.
Esta acción no fue nada sencilla y la evolución de su concreción fue la siguiente. Durante la Presidencia de Maria Estela Martínez de Perón y conmocionado el gobierno por un fuerte atentado terrorista, se convocó a una urgente reunión del gabinete nacional a la que debían concurrir los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas para efectuar proposiciones sobre los modos de encarar con mayor eficacia el accionar contra el terrorismo.
El Ejército propuso la creación de un organismo de inteligencia que centralizara la búsqueda de información para la lucha, que debía estar integrado por personal especialmente capacitado de todas y de cada uno de los órganos de reunión de información. Allí se reuniría y se integraría la información lograda por los distintos servicios. La idea esencial era terminar con los celos, las desconfianzas y los compartimentos estancos de cada fuerza.
La proposición del Ejército fue aceptada de inmediato y se dispuso la creación de ese organismo, designándose a un Almirante para que lo condujera, quien puso como condición para aceptar el cargo que la existencia del organismo a crearse debía ser secreta. A pocos días de comenzar a integrarse los equipos de trabajo trascendió periodísticamente la existencia de este nuevo organismo y el Almirante renuncio al cargo frustrándose la creación del mismo.
Sólo al decidirse el empeñamiento del poder militar, en octubre de 1975 y mediante la Directiva 1/75 del Consejo de Defensa Nacional, pudo crearse este organismo que tuvo un rol protagónico para lograr el aniquilamiento del aparato terrorista. Se denominó Central de Reunión de Información para la Lucha contra la Subversión.