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lunes, 7 de febrero de 2011

"OTROSÍ" Nro. 44 – mayo del 2003

"OTROSÍ" Nro. 44 – mayo del 2003


Contenido:
1 - UN ABSURDO OFENSIVO
2 - LA IZQUIERDA VUELVE Y SE REAGRUPA

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1 - UN ABSURDO OFENSIVO

El Dr. Eduardo Duhalde – no el ex presidente sino el ex camarista y ex terrorista - fue designado secretario de Derechos HHumanos. Es tanto una burla y una contradicción como un desafío y, peor aun, una toma de posición en tan delicada materia.

Si prescindimos de la tautológica denominación, el nombramiento como responsable de la garantía jurídica de los argentinos de un ideólogo y un practicante de la violencia en los añorados setenta, suena a la introducción del Caballo en Troya que habría de terminar con la toma y destrucción de la ciudad.

Ponemos en duda la necesidad de semejante organismo y su utilidad cierta; porque la república cuenta, se supone, con jueces para defender los derechos de los ciudadanos e imponer justicia, protegiendo a las víctimas y castigando a los victimarios.

El organismo no es más que un refugio y una herramienta de los terroristas y posterroristas. No se entiende - fuera de un planteo de clara intencionalidad ideológica que, por lo demás, resulta evidente - cual es la esfera propia de la Secretaría y qué puede hacer que no esté a cargo de los magistrados judiciales.

Hay aquí una notoria superposición de competencia y de funciones que no se explica sino por la voluntad de manipular esa extraña realidad que se denomina Derechos Humanos, del modo más artero, reduciéndolos a armas para el combate no finiquitado del viejo terror.

Porque los dueños y los beneficiarios de tales derechos son los izquierdista militantes de ayer y los que se les sumaron después, por ejemplo sus familiares que suelen cobrar jugosas e ilícitas indemnizaciones a cargo de un estado que no hizo más que defenderse.

Ahora quien fuera compañero del célebre subversivo Ortega Peña muerto en acción intenta un discurso más distendido y menos amenazador y promete que "no estoy dispuesto a parcializar la defensa de esos derechos básicos" aunque un párrafo antes había dicho que "la ideología es la visión de los valores que cada uno tiene y que NO SE CAMBIA", con lo que acompaña en su postura de recordar a su presidente, correligionario y probablemente cómplice.

No modificó, pues, el alto funcionario su ideología ya que así lo ha declarado. Nos cuesta, entonces, creer que va a proceder como promete. En tren de recordar tenemos en la memoria sus palabras de despedida a su compañero de aventuras, el citado Ortega:¡Hasta la victoria siempre! ¿Es que habrá llegado o está a punto de llegar esa victoria que Duhalde continuó persiguiendo desde entonces?





2 - LA IZQUIERDA VUELVE Y SE REAGRUPA

Debemos contrariar nuestro inicial propósito de no incursionar en el terreno de la política coyuntural o, si se prefiere, inmediata o agonal. Desde el primer número adoptamos esa decisión porque nos pareció que la toma de posiciones en materia contingente y opinable nos apartaba o nos podía apartar de nuestro objetivo básico y pendiente de replanteo: la Guerra Revolucionaria y la Antirrevolucionaria en tanto se trataba (y se trata) de una cuestión que, por más de una razón, se prolonga hasta nuestros días.

Esclarecer lo ocurrido hace 30 años no era ni es a nuestros ojos una cuestión histórica sino una preocupación vigente, de trágica y siempre renovada vigencia. Dejándonos distraer, en cambio, por otras cuestiones del presente corríamos el riesgo de confundir ese propósito central permitiendo que se entremezclara con las del día, con frecuencia relativamente menores. Antes que nada, pensábamos, había y hay que saber y entender qué nos había pasado, cómo volver a evitarlo y de qué manera esa perversión podía retornar.-

Pero ahora se da un caso especial con la asunción del nuevo presidente Dr. Néstor Carlos Kirchner. Su llegada al gobierno en condiciones sumamente dificultosas y, si se quiere, poco claras, más producto de un acuerdo de minorías encerradas en sus bastiones que de la voluntad popular mayoritariamente expresada, es ya alarmante en la medida en que se quiera una democracia auténtica.

Pero no es siquiera esta consideración la que nos impele a apartarnos de la premisa originaria. Por el contrario, la naturaleza más o menos perfilada del actual gobierno, sus pasos iniciales, sus designaciones, incluso las circunstancias concretas en que empezó su gestión – o, para decirlo todo el espíritu de fondo y casi clandestino que parece informarlo - nos llaman a atención y nos alarman.

Y no por el disenso o la aceptación que los responsables de esta publicación mantengamos o no con este elenco y con sus primeras medidas (por acción o por omisión) sino por el hecho que se dan muchos - demasiados - elementos que nos recuerdan inevitablemente un pasado no muy lejano cuyas consecuencias todavía vivimos y sufrimos.-

Los vencidos vuelven, según los indicios que nos proporciona la crónica diaria.-

Es obvio que nos estamos refiriendo al antecedente del acceso de un hombre de segunda línea, sin estructura propia, apéndice del verdadero titular del poder en los 70. El Dr. Héctor Cámpora, en efecto, carecía de atributos para ese destino; todo su poder - lo que él conocía y reconocía- era un reflejo del ostentado por general Juan Domingo Perón, jefe omnímodo y sin contrapesos del movimiento que él mismo había creado y que dirigía desde el extranjero. Los "slogans" de la época así lo ponían de relieve sin mayor pudicia.

No obstante esa realidad este virtual títere en manos ajenas encaró a espaldas de su mandante fáctico una maniobra de legitimación del terrorismo, en esos años en pleno apogeo y virulencia.

Empezó, como se recordará, por indultar masiva e indiscriminadamente a todos los delincuentes ("presos políticos", como se hacían llamar con eufemística hipocresía) que estaban detenidos y casi todos ellos procesados según las leyes dictadas con el propósito de combatir el terrorismo instalado en el país.

Para lo que se contaba, como tampoco se habrá olvidado, con un tribunal ad hoc para conocer en sus causas, lo que les proporcionaba las garantías constitucionales que ellos, por cierto, no le acordaban ni le reconocían a sus víctimas, sometidas a unos tétricos y subterráneos "tribunales populares", manejados por quienes habían organizado ordalías de sangre de las que esas parodias de juicio formaban parte.

Pero las cosas no terminaron allí; no satisfecho con haber realimentado decisivamente el ejército de la subversión y de haber arrasado (y perseguido a sus integrantes) con los mecanismos legales antiterroristas, Cámpora llenó su gobierno de los peores y más radicalizados elementos de la misma.

No hubo sector del poder - ni siquiera el legislativo que había concedido tan ruinosa amnistía casi por la totalidad de sus miembros - que no fuera ocupado como en una operación militar.

La izquierda - la peor, la armada, la que mataba, secuestraba, robaba, amenazaba -, la más sórdida y cruel se había convertido de la noche a la mañana y sin el consenso de la sociedad que había votado algo por completo distinto - en el gobierno. Y se mostraba dispuesta con todas sus energías a ejercerlo sin limitaciones, hasta sus últimas consecuencias y según su propia escondida ideología. El engaño quedó en evidencia desde el primer momento.

Luego todo se precipitó del modo que conocemos y la vida política argentina reanudó, más o menos, su ritmo natural. Los Montoneros fueron expulsados de la Plaza de Mayo y del movimiento y, sin duda, entre los que se retiraron vociferando contra el líder se encontrarían Néstor Kirchner y su esposa.

¿Existen muchas diferencias entre aquella situación y la actual?

Después de tres décadas - que no fueron de olvido ni de pacificación sino de exacerbación del odio y la venganza, proceso antisocial y perverso al que no fueron ajenas las distintas administraciones que se sucedieron desde entonces - la izquierda, disfrazada tras la nominación aparentemente más inofensiva y tranquilizadora de "progresismo", retorna con iguales estrategias y con idénticas o parecidas tácticas.

Y con los mismos inconmovibles objetivos. Es verdad que con alguna adaptación a las circunstancias. Por ejemplo, ya la generación armada ha casi desaparecido y, excepto el caso patológico de las Madres y de su asesor jurídico, nadie que sepamos pretende reivindicar explícitamente la lucha practicada en los setenta. Lo que no quiere decir que se haya renunciado a ella; simplemente que hoy no les conviene.-

Los que llegan hoy son los intelectuales, los que pueden portar algún sesgo académico, los que pretenden presentarse como los que están de vuelta de aquel pasado que, en el peor de los casos, no debería ser considerado sino como un error del que, por otra parte, no habría de qué ni porqué arrepentirse

¿No lo dijo así - o lo dejó entender- el propio Dr. Kirchner por lo menos en dos ocasiones, una de ellas todavía candidato y otra en el contexto de la solemnidad del discurso ante ambas cámaras?

En tales oportunidades y en medio de vaguedades un tanto obvias y esperables, puso muy en claro - y hasta con cierto énfasis- su recuerdo doloroso de los amigos caídos en ese período.

Fue sincero, sin duda puesto que él, al igual que su mujer, militaron en la horrible Juventud Peronista (JP) que terminaría fusionándose con la no menos sórdida organización de Montoneros. Sigue llorando a sus compañeros muertos que es una manera de vindicarlos y de re-proponerlos como ejemplo así como de rescatar sus métodos e ideales.

¿Es esto, en verdad, lo que se propone el nuevo presidente? ¿Y hasta dónde piensa llegar en su camino hacia atrás? ¿Qué es lo que aspira a recuperar de ese pretérito de muerte, de enfrentamientos y de atentados tan innobles como gratuitos? La sociedad merece y necesita una explicación porque no se la puede volver a hacer vivir aquella historia

Decimos que no es admisible a esta altura de nuestra experiencia histórica que se sigan asumiendo posturas ambiguas ante cuestiones tan trascendentales como el de la subversión y su respuesta condigna, la represión.

Hay que definirse en uno u otro sentido. Se está con aquella o se acepta ésta.

Con esta diferencia: que la subversión tal como se la practicó entre nosotros y fue pensada y sistematizada siempre es condenable porque utiliza el terror y la violencia como principio y como método. Y lo hace de una forma artera, desde las sombras, golpeando sobre el indefenso o el menos culpable. Se mata y se secuestra no tanto por odio como por cálculo. Se trata de imponer a la sociedad un modelo de fuerza que la atemorice y termine por dominarla enloqueciéndola. Es la sociedad misma en su totalidad la enemiga a vencer pero ... convenciéndola y transmitiéndole la conciencia que los violentos son sus idealistas y que sus agresores son sus redentores, lo que se consigue cuando todos o muchos o cada uno caen en las garras y en las redes dialécticas del terror aplicado indiscriminadamente, sin finalidad determinada, sin enemigo cierto, sin programa racional, cuando la concordia natural es suplantada por el terror vacío pero real.

En cambio la represión llevada a cabo por el estado es legítima aun a pesar de sus excesos. Un orden político, jurídico, ético y cultural puede y debe defenderse con la ley o más allá de la ley porque está en riesgo algo superior a la norma que es la república, sus bienes y su bien.-

Hoy como en 1973 una minoría casual, aprovechando un golpe de fortuna, se alza con el poder infiltrándose en el gobierno.

Usufructúa la formalidad de los números y actúa como si contara con un gran respaldo popular. Empezó a moverse con una irritante e innecesaria prepotencia al desplazar - por un gesto de omnímoda e inapelable voluntad - la cúpula de las tres fuerzas armadas

¿Venganza, desconfianza, especulación política, retórica para que los gobernados aprendan dónde reside el poder, esfuerzo para construirlo al margen o con prescindencia del apoyo o del consentimiento de su antecesor que fue el que le arrimó los votos que él no tenía ni tiene y con los que ganó?

¿Es posible que se dé semejante golpe institucional por intenciones tan menudas? Si nos detenemos en la dura respuesta que el Dr. Kirchner dio al comandante saliente del Ejército general Brinzoni - ratificando su facultad como presidente de removerlo, lo que nadie puso en duda en ningún momento- advertiremos que tal potestad jurídica requiere, como toda decisión política y esta lo es en grado sumo, de la virtud de la prudencia.

El flamante primer magistrado debería saber como abogado - lo habrá aprendido en su tumultuosa juventud en La Plata- que no hay derechos absolutos ni irrestrictos a ningún nivel sino que todos están reglamentados a partir de su enunciación y su ejercicio sujeto al principio de razonabilidad que obliga a todo gobernante. En especial si se predica y proclama el estado de derecho. Desconocer esto es echar las bases de un próximo totalitarismo. Que no es ajeno a la izquierda aun a la que alega una inquietud democrática.-

Tampoco hay que prescindir de ciertos datos menores pero no carentes de significación. No puede ser tomado como casualidad el hecho que le haya otorgado al tirano Castro la audiencia más prolongada de las que concedió tras su asunción. No merecía el exportador de revoluciones que ensangrentaron todo el continente - incluyendo nuestro país - un tratamiento preferencial. Asimismo es chocante que se le haya permitido – caso excepcional- dar una conferencia autoapologética en la universidad de Buenos Aires.

Está claro que se contó para ello con la aquiescencia del presidente al que no le podía ser indiferente la repercusión que ese encuentro con los jóvenes argentinos - previamente seleccionados - iba a tener. A propósito, la seguridad del jefe terrorista Castro estuvo a cargo de elementos cubanos que vigilaron todas las puertas de la facultad de Derecho donde se realizó el encuentro. ¿No se erizó la selectiva sensibilidad de nuestros progresistas al contemplar cómo hombres extranjeros asumían funciones policiales, precisamente allí donde los las fuerzas de seguridad argentinas no pueden entrar por ley?

En cuanto al indulto que benefició al homicida serial y terrorista sistémico Gorriarán Merlo - recibido a la salida de la cárcel como un héroe por un pequeño grupo de simpatizantes - es un favor a su sucesor que le dispensó Eduardo Duhalde que poco tenía que perder y que le ahorró así el precio político a pagar.

Ni la una ni la otra son actitudes gratuitas ni inocentes ni impensadas.

A Castro se lo quiso expresamente agasajar y de esa manera convalidar su vocación revolucionaria, sanear su imagen (lo que hicieron los medios en manos de la izquierda), de algún modo se pretendió o se permitió o se insinuó la adopción de su ideario y de su trayectoria.

Se lo "blanqueó" lo que no puede dejar de generar consecuencias en el orden interno (y tal vez en el externo); gestos como éstos adelantan o señalan el futuro, lo que nos espera si la izquierda vuelve a monopolizar el poder.

Sólo que ahora sin contrapesos ni alternativas a la vista. Habrá que esperar ¿Habrá que esperar?


"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA
EL QUE NO MATA PECA"
(San Agustín)


FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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