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sábado, 22 de diciembre de 2007

Credibilidad de los Testigos caso Ana María Martí (NG "Chiche")

De los testigos, militares y ex terroristas Montoneros; credibilidad de sus testimonios.

El caso paradigmático de la testigo Ana María Marti, ex Oficial Montonera, Nombre de Guerra ‘CHICHE’, como un notable ejemplo.


Cuando un testigo brinda testimonio lo hace obligatoriamente y bajo formal juramento de decir verdad. Es legalmente punible de no concurrir, negarse a declarar o caer en falsedades en sus dichos.
En cambio, el querellado, procesado o imputado no procesado, de acuerdo al art. 18 de la Constitución Nacional no puede ser obligado a declarar contra si mismo, declara sin juramento y tiene el derecho a negarse ha hacerlo, sin que ello implique presunción alguna en su contra.
Desde 1998 existe además una ambigua, arbitraria e ilegal variante del caso anterior, no prevista en ley alguna, en la cual ex militares y policías son citados a concurrir obligatoriamente a declarar– sin estar encuadrados en ninguna de las cuatro categorías anteriores. Una vez en el tribunal pueden negarse a contestar las preguntas, las cuales por otra parte se refieren a causas por las cuales ya fueron juzgados o ya no pueden serlo legalmente.
Son las llamadas causas por el "derecho a la verdad", reales shows políticos mediáticos orientados a reanudar el ataque a las Fuerzas Armadas que derrotaron al terrorismo de los 70. Por más que el afectado exprese al tribunal su decisión de no contestar, le serán repetidas durante largas horas decenas de preguntas que tendrán idÈnticas negativas, en un vejatorio simulacro de justicia propia del ex Gulag de los soviÈticos.
En los juicios contra los ex Comandantes de 1985 y en los actuales, por el inexistente plan de robos de menores o por los escasos casos puntuales de tal tipo, han concurrido hasta ahora testigos notoriamente ex terroristas y veteranos de las fuerzas legales que los combatieron y derrotaron. Pero el trato de los agentes de la Justicia ha sido lamentable y notoriamente discriminatorio entre unos y otros, en lo referido a sus derechos y obligaciones.
Por un lado, casi todos los testigos ex terroristas ocultan o niegan abiertamente su condición de tales, presentándose como inocentes perseguidos políticos. Con ese proceder cometen todos falso testimonio desde el inicio, ya que declaran "conocer las generalas de la ley y no estar comprendidos en ellas", cuando una de las mismas es la "manifiesta hostilidad" hacia los procesados. O alguien de buena fe puede suponer que tengan objetividad hacia sus ex enemigos, que para peor los derrotaron.
Si dijeran la verdad podrían igualmente atestiguar, pero el peso de sus dichos sería de considerable menor valor probatorio. A casi ninguno le fue preguntado por el Juzgado su concreta militancia, ni siquiera a una tan famosa ex cabecilla como Sara Solarz de Osatinsky, miembro de una familia de tristemente cÈlebres terroristas del FAR, luego Montoneros. Eran pobres víctimas que un día circulaban por la calle y sin saber porque fueron detenidos por los militares, gente malas si las hay que capturaban inocentes por pura perversidad.
Hacia el otro lado las diferencias son notables, por decir poco. Todos los militares o policías ex combatientes llamados como testigos en las causas de los Juzgados de Bagnasco, de Servini y de un fiscal que no se entiende completamente que causa lleva, declaran bajo juramento. Esto es grave desde el comienzo, porque muchas de las subsecuentes preguntas tratan aspectos que de hecho los obligan a declarar contra si mismos bajo juramento y sin contar con abogado defensor; en algunos casos se cae en temas que no pueden ser juzgados por ser ajenos al robo de niños.
Aunque cueste creer, algunos de estos testigos fueron durante 1998 llamados a declarar como testigos en ambas causas de menores y en las causas de la verdad, preguntándoseles los mismos aspectos alternativamente bajo juramento y con derecho a no declarar, según el caso.
La diferencia más notoria es que los testigos militares han recibido en casi todos los casos la misma pregunta inicial: "indique todos sus destinos militares entre el 24 de marzo de 1976 y diciembre de 1983, incluyendo los cargos que desempeñaba y las funciones que implicaban".
Dentro del cuadro reciÈn pintado, se agregan continuamente casos puntuales de deformación de los hechos por los testigos ex terroristas, sutiles y alevosos. Hoy comenzaremos por el de Ana María Marti, un caso paradigmático de falso testimonio.
Esta persona tiene una larga trayectoria de denuncias, en las cuales oculta su rol de ex Oficial Montonera y se presenta como la consabida inocente víctima. Fue capturada en una cita de funcionamiento clandestino en 1977, estuvo detenida en la ESMA, pasó a colaborar fervientemente contra sus ex camaradas de ruta y salió libre con el comienzo del fin de aquella desgraciada guerra civil, a fines del año 1978, en que viajó a España con sus dos pequeños hijos.
A partir de allí cambió nuevamente de bando. En 1979 efectuó denuncias junto con otras dos liberadas – Millia y Solarz - ante la Asamblea Francesa (con folleto incluido), en 1983 repitió las mismas ante Organismos de Ginebra, en 1984 las presentó ante la CONADEP, en 1985 como testimonios ante la Causa 13 y en 1998 – durante el mediaticamente promovido viaje a Europa del Juez Bagnasco con el Fiscal Freiler – les testimonió un calco de la misma historia, del cual tenían disponible todos los documentos en los archivos respectivos en nuestro país.
Fue algo así como la reposición de una vieja y ya gastada película. Todo lo declarado en 1998 sobre presuntos casos de nacimientos en la ESMA estaba declarado desde 1979 y fue analizado en la Causa 13, para pesar de los abogados-denunciantes Baigun y Pedroncini en su inicio de querella en 1996; sus alegadas nuevas pruebas ya eran parte de la historia y habían sido tratadas por la justicia.
Pero lo más notable del testimonio de Ana María Marti es que asume el rol de testigo sobre presuntos robos sistemáticos de niños, cuando ella y su familia son un claro ejemplo de que lo normal, lo sistemático, era justamente la devolución de los niños a sus familiares cercanos, tanto cuando provenían de la captura de sus padres o de nacimientos en prisión. Por ello debió deformar lo ocurrido y su testimonio es mendaz en más de la mitad.
En su falso testimonio menciona como a la pasada que mientras era una prisionera de la ESMA, a veces visitaba a sus padres que vivían muy cerca en la intersección de Republiquetas y Cubas. Luego habla de que sus hijos permanecian en la casa de un matrimonio en la localidad de Escobar y denuncia que fue allanada por el EjÈrcito y sus hijos "secuestrados". Finaliza contando que luego de un tiempo le son entregados a fines de 1978, asustados y en malas condiciones, viajando enseguida a España en libertad con ellos.
La verdadera historia es otra, como muchos testigos militares y ex montoneros, impensables para muchos, atestiguarán oportunamente.
Al caer prisionera en 1977 Ana María Marti de Ramos (Oficial de Montoneros) nombre de guerra ‘CHICHE’, sus dos hijos Vladimiro Ramos Marti y Carmela Ramos Marti – de entre 6 y 4 años de edad – son inmediatamente entregados al abuelo materno, domiciliado en el barrio de Nuñez cerca de la ESMA, donde la madre los visitaba con mucha frecuencia. Un año despuÈs, el padre Hugo Alberto Ramos, peligroso y fanatico sujeto (NG: CHILO, Secretario Militar de Columna Norte de Montoneros) que no había caído preso, se los quitó al abuelo a punta de pistola y los llevó a vivir nuevamente en la clandestinidad con Èl.
Al ir a visitarlos la madre el viernes siguiente se enteró de lo sucedido, regresando a la ESMA con un ataque de nervios, clamando ayuda y pidiendo la cabeza de su esposo. El GT 3.3 intentó localizar a Ramos infructuosamente, por ser un clandestino total. Finalmente aparecieron meses despuÈs en un allanamiento de otra fuerza armada en Escobar , en la guarida de una pareja de Montoneros donde los dejó el padre por viajar a Brasil por tareas de la organización terrorista. Por aviso de esa fuerza y gestiones del GT 3.3 los niños volvieron a la madre, la cual quedó libre en ese momento y viajó a Europa (fines de 1978). Este salvaje suceso fue el motivo principal de su divorcio.
En síntesis, sus dos hijos pasaron dos veces momentaneamente a la responsabilidad de las FFAA por compartir la clandestinidad de sus padres y en ambos casos fueron entregados a su familia. Constituyen cuatro casos ejemplares de devoluciones y serán pruebas de las defensas, su madre deberá afrontar los careos del caso y está expuesta al delito de falso testimonio bajo juramento.
¡Siga sacando sus conclusiones el lector!

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