La muerte de un hombre
Jorge Milia
Diario Castella nos. Rafaela .- Santa Fe
Hay hechos que no todos pueden comprender, quizá por eso la Argentina de hoy sea tan difícil de explicar. No vamos a advertir sobre qué sucedía treinta años atrás ni qué sucede hoy. Sólo vamos a referir un caso.
El jueves pasado, murió un hombre en la ciudad de Salta, se llamaba Rodolfo Wehner y era un General de la Nación. Poco común que una persona de bajo perfil sea tan querida y reconocida como él por sus dotes humanas y profesionales.
El Ejército Argentino no fue para él una opción más sino una elección de vida, lejana en el tiempo, desde su ingreso con escasos doce años. Como parte de ese ejército se formó, conoció a la compañera de toda su vida y fundó una familia la que lo siguió a través de sus destinos, a la que brindó su amor y ejemplo, y se multiplicó en el tiempo. Cuando la s circunstancias lo hicieron asumir responsabilidades que imponía su fuerza, la s aceptó como lo había hecho siempre, con subordinación y valor.
Por esas responsabilidades asumidas el general de división Rodolfo Wehner estaba procesado, no condenado, por ser un general en actividad durante el proceso militar (1976 – 1983). Un viejo principio de derecho penal dice que la duda favorece al reo. No en este caso ni para la Ministro de Defensa, la cual le dio carácter de condenado.
Prejuzgando, la Ministro ordenó que:
Jorge Milia
Diario Castella nos. Rafaela .- Santa Fe
Hay hechos que no todos pueden comprender, quizá por eso la Argentina de hoy sea tan difícil de explicar. No vamos a advertir sobre qué sucedía treinta años atrás ni qué sucede hoy. Sólo vamos a referir un caso.
El jueves pasado, murió un hombre en la ciudad de Salta, se llamaba Rodolfo Wehner y era un General de la Nación. Poco común que una persona de bajo perfil sea tan querida y reconocida como él por sus dotes humanas y profesionales.
El Ejército Argentino no fue para él una opción más sino una elección de vida, lejana en el tiempo, desde su ingreso con escasos doce años. Como parte de ese ejército se formó, conoció a la compañera de toda su vida y fundó una familia la que lo siguió a través de sus destinos, a la que brindó su amor y ejemplo, y se multiplicó en el tiempo. Cuando la s circunstancias lo hicieron asumir responsabilidades que imponía su fuerza, la s aceptó como lo había hecho siempre, con subordinación y valor.
Por esas responsabilidades asumidas el general de división Rodolfo Wehner estaba procesado, no condenado, por ser un general en actividad durante el proceso militar (1976 – 1983). Un viejo principio de derecho penal dice que la duda favorece al reo. No en este caso ni para la Ministro de Defensa, la cual le dio carácter de condenado.
Prejuzgando, la Ministro ordenó que:
1) no se lo velara se en el Regimiento 5 de Caballería
2) que no se le rindieran honores correspondientes a su rango
3) que ningún miembro de las Fuerzas Armadas pudiera asistir al sepelio vistiendo el uniforme militar.
Afortunadamente todavía hay gente que conserva su buena cuna. El general de brigada, Jorge Altieri, comandante de la Vª Brigada de Montaña, ofreció su renuncia luego de recibir la orden de Garré, que le impedía brindar honores militares al fallecido por considerarlo un represor. El general de brigada, Jorge Altieri, comandante de la Vª Brigada de Montaña, pasó a retiro.
Quizá la Ministro haya estado contenta por no permitir que un general fuera velado en el regimiento que una vez lo tuvo como segundo jefe; que no se haya podido escuchar en su sepelio el toque de silencio de un trompa de los Infernales de Güemes; que sus camaradas no pudieran despedirlo vistiendo sus uniformes. Así demostró sus proverbiales pobreza espiritual y estrechez intelectual.
Porque, aunque Ministro de Defensa, Garré no sabe que un soldado no necesita ni un lugar especial, ni acordes marciales, ni uniformes para morir ni ser despedido. Porque un soldado sabe reconocer cualquier espacio de la Patria como propio; su propia música interior; y no necesita que sus camaradas vistan uniforme para reconocerlos como tales.
Esa es la diferencia. El la confunde uniformados con militares, individuos capaces de subir su indignidad a un banquito con soldados. Pero lo peor de todo es que llenándose la boca con la pa la bra Justicia la bastardee digitando quienes la merecen y quienes no.
Afortunadamente todavía hay gente que conserva su buena cuna. El general de brigada, Jorge Altieri, comandante de la Vª Brigada de Montaña, ofreció su renuncia luego de recibir la orden de Garré, que le impedía brindar honores militares al fallecido por considerarlo un represor. El general de brigada, Jorge Altieri, comandante de la Vª Brigada de Montaña, pasó a retiro.
Quizá la Ministro haya estado contenta por no permitir que un general fuera velado en el regimiento que una vez lo tuvo como segundo jefe; que no se haya podido escuchar en su sepelio el toque de silencio de un trompa de los Infernales de Güemes; que sus camaradas no pudieran despedirlo vistiendo sus uniformes. Así demostró sus proverbiales pobreza espiritual y estrechez intelectual.
Porque, aunque Ministro de Defensa, Garré no sabe que un soldado no necesita ni un lugar especial, ni acordes marciales, ni uniformes para morir ni ser despedido. Porque un soldado sabe reconocer cualquier espacio de la Patria como propio; su propia música interior; y no necesita que sus camaradas vistan uniforme para reconocerlos como tales.
Esa es la diferencia. El la confunde uniformados con militares, individuos capaces de subir su indignidad a un banquito con soldados. Pero lo peor de todo es que llenándose la boca con la pa la bra Justicia la bastardee digitando quienes la merecen y quienes no.
Quienes hacemos "La Historia Completa" REPUDIAMOS la actitud INHUMANA tomada por la Ministro Nilda Garré. Y recordamos y repudiamos tambíen su accionar subversivo durante los años '60 y '70.