ENIGMAS DE UNA GUERRA INCONCLUSA
La guerra que vivió la República en la cruenta década del 70 y que abarcó episodios anteriores y posteriores a ese período, nos viene demostrando permanentemente que sería una ingenuidad el pensar que la acción ha terminado. No constituye una utopía ni representa tener una mentalidad equivocada, si aceptamos que la lucha revolucionaria de ideología izquierdista-marxista no existe actualmente en el mundo y que por lo tanto en nuestro país también ha desaparecido.
No estamos errados si decimos que estamos ante los “enigmas de una guerra inconclusa”. Y esto es así, porque a pesar del triunfo militar, la victoria se transformó muy rápidamente en una derrota, desde el momento que seudo organizaciones revolucionarias, se mantienen activas en el campo político-ideológico. No dar crédito a estas consideraciones significaría no conocer la realidad de lo sucedido.
La Guerra Revolucionaria (G.R.) no llega a la acción con un principio y una terminación definida como las otras formas de guerra. Su propia naturaleza nos está diciendo que es permanente, aún en aquellos períodos en que se manifieste con una cierta tranquilidad desde el punto de vista de la violencia. Las formas de lucha de esta son tan variadas, que resulta difícil definirlas. Es totalmente hostil y rechaza cualquier receta doctrinaria. No mide el tiempo para la acción porque al ser permanente está buscando el dominio de la conciencia de las masas para ir actuando en concordancia con la forma y medios más convenientes. De ahí que se defiende y ataca según las circunstancias y las situaciones particulares y más convenientes del objetivo-país-
Su aparición, es generalmente clandestina y lenta, mimetizada en las costumbres comunes o posibles de imponer. Se dice que el marxismo prende en las mazas según sus cualidades y motivaciones, por lo tanto al principio no se puede visualizar su inicio y cuando estalla con el apoyo de las mazas, recién nos damos cuenta y estamos sorprendidos. Querer responder aun estilo clásico de lucha es entrar en el terreno de la derrota. Así lo ha demostrado el marxismo internacional y así nos ha pasado a nosotros. Al ser la G.R. una acción de naturaleza ideológica, la acción armada no es un fin sino uno de los varios medios para operar en busca de su objetivo final: el dominio de las mazas.
Los episodios que vivió el país alrededor de la década del 70, muestran que este proceso así se ha desarrollado y podemos ver como toda la acción se fue manifestando progresivamente, hasta conformar una verdadera guerra, cuyos efectos sometieron al país a innumerables atentados terroristas y a numerosas acciones políticas ideológicas, incluso con la propia participación de la dirigencia oficial que obligaron a las FF.AA. a entrar en operaciones para participar de una lucha para la cual no estaban preparadas intelectual y materialmente, con la finalidad de preservar al país de la acción disolvente de una ideología internacional totalmente opuesta a nuestro natural estilo de vida. Aún todavía los militares y el país está viviendo esas consecuencias.
De esta forma, las FF.AA., en particular el Ejército lograron derrotar a una estructura militar subversiva que buscaba crear un espacio territorial con la intención de constituir una “zona liberada”, para obtener a partir de ese logro, el reconocimiento internacional, trámite este indispensable, para modelar una nueva nación con el molde que ellos pretendían.
De todo lo hasta aquí expresado, - sumado a los conocimientos personales que tememos de todos los hechos ocurridos, incluyendo particularmente el compromiso histórico asumido por las FF.AA-, podemos sostener, con sorpresa y con asombro que gran parte de la ciudadanía no llegó a percibir ni a concebir aún la verdadera naturaleza de la guerra que vivimos.
Frente a ello nos queda pensar en el siguiente interrogante. ¿Cual hubiera sido el futuro del país si la acción revolucionaria militar de la década del 70 hubiera triunfado y la guerrilla hubiera conformado en la zona de Tucumán, a través del PRT.-ERP. una “zona liberada” y Campora hubiera logrado consolidar la infiltración montonera en el poder político nacional?
Esta pregunta o este interrogante, que podría haber sido hecho después de haber logrado instaurar nuevamente el estado democrático, hasta la fecha no ha sido formulada y por lo tanto respondida, ni publica ni abiertamente por la ciudadanía en general, en especial por la clase política, ni tampoco por los medios de comunicación, salvo muy contadas excepciones. No cabe duda que ha sido soslayada intencionalmente, dado que por el contrario, su consideración estaría afectando en la actualidad a varios sectores políticamente comprometidos y a posiciones ideológicas coincidentes con el accionar de la guerrilla.. Este análisis, coincidente con lo expresado mas arriba, sobre la naturaleza de la G.R., ha sido claramente considerado por la interpretación que el gobierno hace del pasado, como lo ha definido el documento de la iglesia al criticar expresando que “es peligroso para el país hacer lecturas parciales de la historia” al “ofrecer una visión sesgada de los hechos que podría fomentar nuevos enconos entre los argentinos”, ocultando la magnitud de los múltiples episodios llevados acabo por la subversión.
De haber triunfado el proceso revolucionario, todo el Cono Sur hubiera quedado sometido al marxismo-leninismo, pasando a ser la Argentina su principal centros de expansión, incluyendo por supuesto, el importante apoyo de Cuba y la URSS. Una Argentina desmembrada, con el estado nacional sumergido en el desorden. Una despiadada lucha de facciones, tribunales populares y un tercermundismo triunfante aplicando la “teoría de la liberación”. Obviamente frente a esta situación no escaparía la suposición de una acción armada directa de EE.UU. en defensa del interés continental.
Cave recordar a modo de simple ejemplo, que Perón comprendió el peligro que representaba el alto grado de infiltración ideológica existente a partir del 73, especialmente después del ataque a la poderosa guarnición de Azul por el ERP en enero del 74 y mas adelante, el 1º de mayo de ese año cuando hecho a los Montoneros de la Plaza de Mayo.
No resulta comprensible el olvido del pasado y la falta de reconocimiento del pueblo argentino a sus FF.AA, por haber eliminado en tiempo oportuno, el peligro subversivo con sus serias implicancias, como asimismo ni una muestra de gratitud de la dirigencia política y empresarial para alcanzar una convivencia democrática buscando la preservación de nuestra filosofía y concepción de la vida.
A esta actitud se ha llegado por la predica permanente de los sectores de izquierda y progresistas que buscaron y lo continúan haciendo con el enjuiciamiento de las FF.AA., esgrimiendo razones no siempre ajustadas a la verdad histórica, eludiendo toda forma de dialogo, dando lugar, de esta manera a un verdadero sismo con el pueblo argentino.
Por eso es necesario considerar que la “verdad es la síntesis de las causas y de los efectos”. Para ello, la sociedad debe de entender que la verdad no es el resultado de un análisis parcializado o sectario. Así tomados no sirven para el juicio de la historia, ni para que la justicia pueda imponer fallos justos. La verdad solo tiene valor cuando sobre los acontecimientos ocurridos se contraponen todos los factores, sin omitir ninguno, ya sean materiales, circunstanciales, intelectuales o emocionales que dieron lugar a ese resultado. Ese resultado es la verdad. Cuando ello no ocurre, no sólo se desvirtúan los hechos sino, lo que es más grave, se destruyen las bases parea reconstruir, con credibilidad, la verdadera historia de aquellos.
Si esto se llegara a entender con la seriedad y con la templanza que la situación lo exige, tal vez llegará el momento que la ciudadanía compruebe estas tergiversaciones y errores del presente y toda la sociedad comprenderá que nuestro país sufrió una guerra interna, desatada por la Guerra Revolucionaria para imponer la doctrina Marxista-leninista.
Mientras tanto seguimos amenazados, como lo expresara al principio, bajo “los enigmas de una guerra inconclusa”, que aún cuando no se caracterice en la violencia de los años 70, a pesar de haber pasado tres décadas, nos sigue haciendo sentir los efectos residuales de aquella época vivida, siendo esta situación un ejemplo claro de las persecuciones, amenazas, juicios políticos, etc., de que son objeto civiles y militares.