"OTROSÍ" Nro. 46 – agosto del 2003
Y para que no se crea que se queda en las palabras derogó –entre las palabrotas de Bonafini y las lágrimas de Carlotto- el decreto de De la Rúa que disponía el rechazo "in límine" de los pedidos de extradición de acusados por delitos cometidos en la Argentina. Es un acto deshonroso (lenguaje éste que nadie en el gobierno actual puede entender), una renuncia a la soberanía nacional, gesto nada extraño en quien se precipitó a acudir a una cita con Bush, apenas éste hizo chasquear los dedos para convocarlo. (ver carta aparte).-
La Guerra, pues, continúa. Y como ayer por iniciativa y voluntad de los subversivos de entonces y de hoy; sólo que con otros métodos menos salvajes pero no menos perversos; esto sólo porque no los precisan: quien se emocionó en la oficina de Salvador Allende y quien reivindica a un asesino sistémico como Santucho o se abraza con Castro mientras éste dispone el fusilamiento de tres opositores, no puede decir que dio su adiós a las armas sino que las sustituyó por otras herramientas de destrucción más aptas.-
No nos engañemos. Reanudar una guerra acabada bajo la excusa de terminar con la impunidad es una farsa y una hipocresía. Lamentamos que sea el presidente quien incurra en semejante comportamiento rufianesco pero no podemos dejar de gritarlo a los cuatro vientos. Hay que tomar conciencia de ello y de que, a partir de este momento (o, si se prefiere, del 25 de mayo pasado) la república ha vuelto al estado de guerra y la sociedad a dividirse como, quizá, nunca antes ni en las más sangrientas épocas de la historia. Pero hay que saberlo. No debemos seguir como si nada estuviese ocurriendo ni como si todo se tratase de un episodio judicial normal. LA GUERRA CONTINUA, SE HA REANUDADO, en un sentido más solapada, en otro más frontal. El enemigo está allí, en cada juez débil o injusto, en cada legislador corrupto o acomodaticio, en cada funcionario cómplice, en cada comunicador complaciente o tramposo. Hay que volver a levantar los brazos porque esta vez la izquierda que no se fue, retornó. Y triunfante, casi por casualidad. Y avanzará hasta donde se le permita. Es responsabilidad y obligación de todos detenerla en la inteligencia que cuanto más avance más soberbia y poderosa se hará. Y también se legitimará. A la revolución –aun ésta, escondida detrás del liberalismo económico y de la asepsia cultural- no le interesa el derecho ni la democracia ni el bien común sino su victoria final. Aprendámoslo de una vez para siempre. Nos va el estilo y la vida
por Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA
EL QUE NO MATA PECA"
(San Agustín)
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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Contenido:
1 - VOLVIO LA IZQUIERDA
2 - EN REALIDAD LA IZQUIERDA NUNCA SE FUE
3 - ¿QUÉ CLASE DE JUSTICIA INDEPENDIENTE?
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1 -2 - EN REALIDAD LA IZQUIERDA NUNCA SE FUEE
A la luz de los acontecimientos y actitudes que el gobierno produce o precipita se puede concluir que, sin embargo de lo dicho antes, la izquierda nunca se fue. Más claramente: vuelve no una izquierda nueva sino renovada, más militante, más desfachatada y agresiva porque ahora dispone del poder decisivamente. Se mantuvo agazapada a la espera de una nueva oportunidad. Ha llegado. Esta vez no por el camino de las armas que habían intentado al comienzo –quedaron escarmentados pero no arrepentidos de aquella experiencia de los 60 y 70- sino por el de los votos. Pero tampoco esto es exacto. La izquierda que con Kirchner a la cabeza tomó el poder para hacer desde arriba lo que no pudo desde abajo, no llegó por la voluntad popular. Los argentinos no lo votaron y es una indecencia y un abuso ejercer un gobierno mal habido y sólo alcanzado por una tosca ingeniería electoral que urge reformar mientras es tiempo. No es posible llevar adelante una revolución progresista en nombre de nadie o de una minoría alevosa y sin escrúpulos. La presidencia de Kirchner es, por lo tanto, ilegítima por su origen (ya que no alcanzó siquiera la primera minoría) y por su ejercicio ya que no atiende al bien general sino a su minúsculo grupo de seguidores; los que a medida que pasa el tiempo se parecen más a cómplices.-
A casi tres meses de gobierno se puede destacar una condición del mismo. Kirchner no gobierna sino que aparenta, "hace creer", no ha formulado una verdadera política de fondo. Se limita a satisfacer su ideología, a imponer sus rencores, a atender los requerimientos de sus compañeros de aventuras de otrora. Es como si todo volviera, como si ese pasado ignominioso al que se aferra con odio y con nostalgia tornara sobre nuestras cabezas cual fantasma que no termina de morir a pesar que la mayoría lo olvidó. O sea que Kirchner y sus bandas de entonces –que son más o menos las de hoy- están dispuestos a reivindicar no sólo la querella fratricida sino sus fines y, si preciso fuera, sus métodos.-
Para ello su principal y, quizá, única preocupación es ocupar espacios dentro y fuera del poder. Fue por la Corte y ya obtuvo su primer trofeo, Julio Nazareno; y va por el segundo, Moliné O’Connor. Apostó en el mismo sentido muy fuerte a favor de Eugenio Zaffaroni al que de un modo totalmente inédito e inexplicable publicitó en una costosísima solicitada de dos páginas en los principales diarios en la que cuidadosamente eludió toda referencia personal para evitar la deshonra que el presidente no se atrevió a asumir como sí lo hizo su correligionario Ibarra en la Capital. Nadie puede dudar que el presidente necesita y quiere un poder judicial adicto que lo acompañe en su ideología más que en sus programas. Programas que no tiene y que no le interesan sino en función del afianzamiento de su gobierno revolucionario (en la medida en que pueda haber una revolución auténtica en el mundo moderno). Bonald dijo con toda razón que "los hombres del partido revolucionario no pertenecen a su país, pertenecen a la Revolución". Hoy lo podemos comprobar trágicamente: Kirchner no gobierna para la Argentina sino para su ideología.-
.¿Qué es y qué se propone este elenco que se alzó con el gobierno en una tarde de recuentos de sufragios ajenos? Lo primero que se advierte y lo más evidente es reinstalar en la sociedad los antiguos esquemas en los que el presidente se formó en su juventud. Es decir, pretende traer al presente sus ideas, sus vituperios, sus "slogans" de treinta años antes. Los mismos que fracasaron en su momento y los mismos que introdujeron profundos factores de división, enfrentamientos y hasta de disolución en el interior de la nación. ¿Es que se puede gobernar sobre y desde la incertidumbre, recreando nuevos y viejos factores de perturbación, reavivando una guerra que terminó por la derrota de un bando y se extinguió por la indiferencia de un pueblo que no aceptó nunca las reivindicaciones terroristas? ¿Quién tiene derecho a eso? Nadie y menos un presidente elegido (sí es que lo fue) para solucionar otro tipo de problemas y no para insertar planteos y divisiones que pocos (sólo "ellos") entienden. Esto se llama gobernar de espaldas al país, gobernar para "ellos". Sin perjuicio, por supuesto, que llegado el caso lo harán contra el país mismo.-
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3 - ¿QUÉ CLASE DE JUSTICIA INDEPENDIENTE??
Entre tantos otros, el presidente tuvo una expresión singularmente desdichada cuando en París le preguntaron por la suerte del capitán Cavallo que acababa de ser arrastrado a una cárcel madrileña. "El estado no defiende delincuentes", dijo levantando la voz para que lo escucharan las Madres, las Abuelas y "cogote"Bonasso, su ahora empleado. ¿Cómo así? Antes que nada ¿cómo afirma que su compatriota sustraído a sus jueces naturales es un delincuente ¿no es que nadie lo es hasta tanto se lo declare tal? Y es más: el militar había sido juzgado y absuelto (o sea que no se benefició con ninguna amnistía) y por eso no puede volver a serlo y menos ante un tribunal incompetente. Pero Kirchner, llevado por sus odios y prejuicios, incurrió claramente en el delito de calumnia al acusar a un inocente de una conducta criminal ¿O es que, entonces, no está dispuesto a respetar a la justicia o la respeta cuando le conviene? ¿Se le puede creer cuando dice que quiere un poder judicial independiente? Es que para un izquierdista –él mismo malhechor frustrado en su juventud- nada hay, ni patria ni moral ni derecho, por encima de su ideología Además no es cierto que el estado no defienda delincuentes pues el Ministerio Público se hace cargo de quien lo precise para que nadie quede indefenso, ni siquiera el peor de los criminales. Pero ni siquiera esto es lo central en la perversa manifestación del presidente sino que lo más agraviante es que, de hecho, dio su conformidad de un modo público y en el extranjero para que jueces de cualquier país atrapen a ciudadanos argentinos (con más satisfacción si son militares) y los juzguen contra viento, marea y derecho. El presidente que nos impusieron aplaudirá porque es más izquierdista que argentino, más ideólogo que gobernante.-
1 - VOLVIO LA IZQUIERDA
2 - EN REALIDAD LA IZQUIERDA NUNCA SE FUE
3 - ¿QUÉ CLASE DE JUSTICIA INDEPENDIENTE?
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